viernes, 9 de mayo de 2008

La mitad de la verdad

Aun riesgo de parecerles un pesado y de repetir las mismas cosas hasta la saciedad, voy a insistirles a ustedes en asuntos que ya hemos tratado en otras ocasiones y que, a tenor de las penúltimas declaraciones realizadas por el alcalde, parece que siguen estando en vigor, puesto que, a veces, las cosas se han de repetir muchas veces, no para convertir una mentira en verdad, como dijera Goebbels, sino para que quien habla sin razonar acabe por asimilar el fondo de la cuestión que se debate a fuerza de insistir en él.

Todo este preámbulo viene a cuenta del comentario vertido a las ondas por el Señor Marín Lara, en donde después de asegurarnos por enésima vez que por fin el Eroski se instalará en la ciudad, les quitó el miedo a los empleados de algunos supermercados rondeños con eso de que no nos preocupáramos por los puestos de trabajo que se fuesen a perder como consecuencia de la implantación del Eroski porque este tiene capacidad de reabsorber a todos los que acaben en el paro. Y en efecto, no dudo que así sea. Y si no tiene capacidad de reabsorberlos a todos, desde luego sí que será capaz de hacerlo con una mayoría de ellos.

Sin embargo, nuestro alcalde, como casi cualquiera, se da cuenta de algo que no dice, porque si lo dice suena feo, no gusta, se solivianta a sectores importantes y representativos de la sociedad, y al final acaba por restar votos (esto es lo de menos) y apoyos (esto es lo de más, sobre todo de cara al devenir privado y futuro de quien algún día, y como es de lógica, dejará de ser alcalde para volver a ser un ciudadano normal que tendrá que convivir con sus paisanos). Se da cuenta, aunque no lo diga, de que la implantación de una gran superficie en la ciudad destruye empleo. Éste y no otro es el sentido de querer tranquilizar a los empleados de los supermercados que puedan ver en peligro su puesto de trabajo. No obstante aceptemos las tesis que mantiene tácitamente el Sr. Marín Lara en su entrevista y que vienen a decir que aunque se destruya empleo será más el que se produzca. De hecho no creo que dude en afirmar que no sólo es capaz de acaparar a todo el personal despedido por culpa de que el Eroski se implante en Ronda, sino que además dará trabajo directo e indirecto a muchas otras personas que en la actualidad carecen de él. Y yo insisto en que en esto último también estoy de acuerdo con el alcalde, y que bien puede ser cierto, con lo cual parece que el saldo final, por lo que a trabajo se refiere, sería positivo.

Pero es que las cosas no son tan simples, y cuando sólo se explican las partes que interesan y se ocultan las otras, ya sea deliberadamente o por ignorancia, acabamos por hacer demagogia y por confundir al personal. Así, habría que hablar también, y no lo hacen porque no interesa, de los trabajos que se van a perder, no ya en supermercados, sino en el comercio tradicional, que en Ronda y a día de hoy es más importante que el de los supermercados, tanto por número de empleados como por cifras de facturación. De éstos empleados nada se ha hablado sobre si serán reabsorbidos por el Eroski o no. Dense cuenta de que en muchos casos, estos empleados no son muchachas o muchachos jóvenes a las que se les pueden hacer contratos de aprendizaje, o a los que se les puede pagar el mínimo sectorial, sino que puede tratarse de adultos con familias e hipotecas a cuestas, personas dentro de la cuarentena y de la cincuentena que no son ya tan ágiles para adaptarse a nuevas formas de trabajo. ¿A éstas también las va a colocar el Eroski? ¿Y que pasa con los pequeños negocios familiares que pueden verse abocados a la quiebra, de los que vive toda una familia? ¿También van a ser recolocadas por el Eroski estas familias? Y más aún. Tampoco se dice lo siguiente: cuando el Eroski llegue contratará a la plantilla que necesite para poner en marcha su labor; sin embargo no será en ese mismo momento cuando se produzcan los despidos en los otros supermercados, ni en el comercio tradicional, ni la quiebra de las pequeñas tiendas. Al principio, todos éstos intentarán aguantar como buenamente puedan, y, poco a poco, unos irán aguantando y otros sucumbirán a la competencia brutal que supone una gran superficie; unos seguirán en sus trabajos y otros perderán sus empleos y su forma de ganarse la vida, ¿qué pasa entonces con ellos? ¿Los contratará ahora el Eroski, quizá dos o tres años después de que éste haya llegado a la ciudad y cuando ya tiene a toda su plantilla contratada y consolidada? ¿Qué pasará entonces con esta gente, empleados de otros supermercados incluidos? Recordemos que al tranquilizar a estos empleados, el señor alcalde ha reconocido la destrucción de empleo que el Eroski puede producir. Parece ya que el saldo final, en cuanto al empleo, no es tan positivo.

El Eroski, o cualquier otra gran superficie, debería llegar a Ronda. Al menos esa es mi opinión aunque no lo parezca por el contenido de mis palabras en el presente artículo. Su implantación puede defenderse desde distintos puntos de vista, aludiendo, como hace el alcalde, al empleo que puede crear, pero también hablando del progreso que significa, aludiendo al desarrollo de la ciudad que pasa necesariamente por la implantación de grandes empresas; aludiendo a la diversificación de la oferta, de la que todos nos acabamos beneficiando; hablando de la escasísima oferta de ocio que hay en Ronda y que cabe pensar que aumentaría con un centro comercial; hablando de la economía doméstica de los ciudadanos y de la necesidad de volver a convertir Ronda en el eje central de la comarca. Sin embargo, igualmente hay que ser honrado con el electorado, tanto con el que nos ha votado como con el que no, hay que ser honrado con los ciudadanos a los que administramos y explicarles que la venida de una gran superficie no es la panacea ni es la perfección en sí misma, sino que tiene efectos colaterales negativos. Enseñando a los rondeños qué es lo que vamos a perder y cuáles son los daños ineliminables que nos va a causar. Escuchando las protestas y las alternativas que otros, con otras opiniones y otras ideologías nos ofrezcan, para tomar lo mejor de ellas y dejar lo peor, siendo sensible a la opinión de todos y teniéndolas en cuenta sinceramente, porque al final, la decisión seguirá siendo del alcalde, y así habrá obrado con un destello de sabiduría que le honrará, y no como un ignorante que cree que por no decir lo que no gusta o lo que incomoda, los demás somos tan ciegos que no nos damos cuenta.

Como él mismo dice, el pueblo no es tonto, y aunque tenga que resignarse a los designios de quienes lo administran, o aunque aplauda la llegada de esta gran superficie, no ignora quienes son los que tratan de engañarlo ni cómo intentan hacerlo, porque, al cabo de la calle, las medias verdades siempre son consideradas mentiras.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Más dinero

Nuevo pleno y nueva polémica. Parece que no puede haber un pleno en el que gobierno y oposición lleguen a acuerdos sobre asuntos verdaderamente importantes para Ronda sin que haya descalificaciones por ambas partes. Será que en política los rondeños tenemos lo que nos merecemos, como dicen por ahí, y así tenemos que sufrir a ciertos personajes que piensan que hablar con educación es no decir tacos y que ignoran que se puede insultar sin recurrir a palabras soeces con más efectividad que si hacemos uso de ellas. Aunque sería mucho más acertado decir que sí que saben esto, puesto que parece que casi no se dedican a otra cosa más que descalificarse e insultarse mutuamente cada vez que intervienen en público, en lugar de dedicar esos mismos esfuerzos a realizar puestas en común de las que todos nos beneficiásemos

Pero esta no es la cuestión de las chispas que volvieron a saltar en el pleno. El asunto volvió a ser, y me temo que no por última vez, el dinero. O más correctamente la falta de dinero. Porque resulta que en nuestra ciudad, los miembros de la corporación no se enfrentan entre sí porque unos dicen que hay dinero en las arcas municipales y otros dicen que no lo hay. De hecho todos reconocen que, al menos a fecha de 31 de diciembre de 2006, había salido más dinero del que había entrado, con lo que resulta obvio que no hay disponible en la Cámara del Tesoro de Palacio, y que los acreedores esperan a las puertas de las murallas que se les dé aquello que se les debe. No. La situación deudora de nuestro ayuntamiento la comparten todos: oposición y equipo de gobierno. En lo que no acaban de ponerse de acuerdo, y que es precisamente la razón de tanto vituperio mutuo, es en la cantidad de dinero que se debe, que unos cifran en cantidades astronómicas y otros en cantidades soportables. Y como no son capaces de ponerse de acuerdo en las cifras de débito, los primeros acusan a los segundos de falsear y ocultar la realidad, y los segundos acusan a los primeros de hacer demagogia y de alarmar a la población innecesariamente. Los primeros replican que crean alarma porque la situación es ciertamente para alarmarse, y los segundos dicen que no hay de qué alarmarse ya que aún se puede endeudar más al municipio si fuera menester, comparándonos con otras ciudades de nuestro entorno que se encuentran mucho más endeudadas de lo que nosotros lo estamos. En definitiva, que unos y otros se dedican a perder el tiempo intentando soliviantar a la población contra sus oponentes, en lugar de dedicarse a trabajar de verdad por la ciudad.

A mi juicio, y sin intención de ofender a ninguno de ellos, ambas facciones se muestran torpes. La oposición porque equivoca el campo de batalla, y plantea la lucha en “cuánto” se debe, en lugar de centrarse en el hecho de que, en efecto, se debe dinero, lo que de por sí es lo bastante grave como para justificar su labor política de oposición. Aunque sólo se admitan las cifras que cita el equipo de gobierno, esos 21 millones de euros en tres años y pico de gestión, son más que suficientes para que se necesiten medidas correctoras urgentes, para que ellos las propongan y para que le digan a la población cuál es la situación, cómo se ha llegado a ella y cuáles son las perspectivas reales de futuro. Insisto: las reales, no las que le convengan como partidos aspirantes al gobierno. Además, si en verdad creen que las cantidades que se adeudan son mayores que las establecidas por el equipo de gobierno, lo que hay que hacer es demostrarlo, puesto que la mera denuncia no vale, ya que se confunde con la propaganda que tan asiduamente nos lanzan. Pero demostrarlo ante el pueblo, no ante un juez, dado que es el pueblo el que acabará por tener la palabra. En este sentido, quizá el actual alcalde tenga algo que enseñar a la oposición, y quizá ellos tengan algo que aprender.

Por su parte, la torpeza del equipo de gobierno también es manifiesta, porque reconoce explícitamente que no puede llevar a cabo actuaciones necesarias para la villa si no es a través de la obtención de un nuevo crédito, muy ventajoso, eso sí, para lo cual se le exige un plan de saneamiento de las cuentas públicas, sin darse cuenta de que cuando se pide un plan de “saneamiento” es porque hay algo que necesita ser “saneado”, algo que está en malas condiciones. Porque al reconocer que sin ese nuevo crédito sus manos se encuentran atadas para poder realizar ciertas actuaciones, reconoce así mismo que carece de los medios necesarios para poder haber la labor que le es propia; y dado que estos medios sí los tenían cuando llegaron al poder, hace ahora casi cuatro años, uno se pregunta dónde los han perdido; o como poco, si el uso que han hecho de ellos ha sido el más adecuado dado que la situación de Ronda, a fecha 31 de diciembre de 2006, no parecía ser tan boyante como para justificar el agujero existente en la tesorería municipal. Además, pretender justificarse en que otras ciudades están peor que nosotros suena a excusa de niño chico, porque da la casualidad que los rondeños no vivimos en otras ciudades, ni mejores ni peores, ni comemos con el mucho o poco pan de otras ciudades, sino que vivimos en Ronda, y es la situación de Ronda la que nos preocupa. Situación “francamente mejorable” como reconoce el señor Herrera, aunque no dice, como hace su socio, el señor Marín Lara, que la situación es también francamente “empeorable”, cuando habla de que puede endeudarnos todavía más, sin querer reconocer que si nos puede endeudar “más” es porque ya estamos endeudados, y que estar endeudados podrá calificarse como se quiera, pero nunca de “bueno” y que su trabajo debería consistir en quitarnos la deuda, no en aumentarla más, por buenas que sean las condiciones crediticias que nos ofrecen los bancos. Porque puede darse que el caso de que todo eso que dicen que nos están dando (y que yo no veo, pero quizás otros sí lo hagan) a cambio de todo ese dinero que consumen venga a convertirse en una losa imposible de levantar para el pueblo rondeño, y en un futuro tengamos que pagar por ello con un empeoramiento de nuestras condiciones de vida. Que me digan, como dicen, que tal cosa nunca va a pasar, sinceramente, no me tranquiliza en absoluto. Preferiría otras garantías más fiables, como por ejemplo, la creación y puesta en marcha de un plan de desarrollo y crecimiento de la ciudad a medio y largo plazo, basado en la situación actual de la ciudad, que mucho me temo, es ahora peor que la de finales del 2006.

En definitiva, que no hay dinero, que para que Ronda siga avanzando hay que endeudarla más, que las propuestas que se hacen para acabar con los débitos no parecen que vayan a tener mucho éxito ni aceptación, que cada cual pretende resolver la situación sin restar nada a su bolsillo particular, y que unos y otros se seguirán tirando los trastos a la cabeza “por el bien del pueblo” mientras que el pueblo tiene que atarse los machos y apretarse el cinturón ante la que se viene encima por la situación mundial, y dada la ineficacia de los que nos gobiernan ahora y de los que nos gobernaron antes.