viernes, 4 de julio de 2008

Odiosas comparaciones

Hay quien dice, y generalmente con razón, que las comparaciones son odiosas, puesto que muchas veces se realizan tan sólo con el ánimo de ofender a una de las partes, o de menospreciarla, equiparándola a otra que, en ocasiones, nada tiene que ver con la primera. Pero la comparación que traigo hoy a colación, a pesar de que nos resultará odiosa, sin duda alguna, compara dos situaciones muy parecidas. Y si no lo creen, lean esto, busquen más información por su cuenta, documéntense con independencia, y después decidan si llevo o no razón. Recuerden que son ustedes dueños de su propia opinión y que lo que sigue es tan sólo la mía.

Nos desayunábamos hace un par de días con una noticia en la prensa provincial que no nos afectaba a ninguno, al menos directamente, y que es posible que pasara desapercibida a la gran mayoría. La noticia venía a decir que el Ayuntamiento de la vecina localidad de Antequera, sensibilizado tanto por la situación de crisis generalizada que estamos viviendo y que afecta, entre otros, a sus comerciantes, así como por las obras municipales que se vienen realizando desde un tiempo a esta parte y que también afectan a muchos de los comercios tradicionales de la ciudad, ha decidido sacar unas ayudas, que si bien son exiguas, pretenden paliar en parte los daños y pérdidas que puedan estar teniendo los negocios afectados de la zona. La situación concreta a la que me refiero es la siguiente: como medidas para mejorar el centro urbano de Antequera y fortalecer su comercio, el Consistorio decidió arreglar y peatonalizar varias calles céntricas y de bastante relevancia comercial. Puso manos a la obra hace pocos años, y aún continúan las mismas. Pero consciente de que los comercios afectados podían resentirse en sus ingresos, acaba de decidir sacar un fondo de treinta mil euros para que los empresarios que así lo deseen puedan obtener de él cantidades que oscilarían entre los mil y los tres mil euros, a devolver en un año y sin intereses. Y si bien es cierto que la cantidad es excesivamente corta y que poca ayuda puede aportar frente a las pérdidas reales que casi cualquier negocio afronta, también es cierto que al menos es una ayuda a la que algunos sí podrán acogerse.

¿Les recuerda esto algo? Por si no es así permítanme que les refresque la memoria. En Ronda, desde hace algunos años, y con el fin de mejorar el centro urbano y fortalecer el comercio tradicional, el Ayuntamiento decidió realizar obras de mejora en algunas calles céntricas y de bastante relevancia comercial. Consciente de que los comerciantes afectados por las obras podrían resentirse en sus ingresos, decidieron tener una serie de reuniones con ellos para, supuestamente, de común acuerdo, decidir fechas y modo de hacer las obras. Como resultados de aquellas reuniones se decidió que los comercios debían quedar cerrados al público durante un plazo no menor de 21 días, y sufrir el resto de las obras hasta completar los tres meses en total, multiplicado por cada tramo de calle que se fuese a obrar, amén de los acopios de materiales a realizar en calles adyacentes. Y de los esfuerzos económicos que hubieran de realizar los comerciantes, así como de las pérdidas que éstos pudieran padecer, pues quedaban por cuenta de cada cual, que se las ventilaran como quisieran. Incluso cuando en algunos casos no se llegó a acuerdo con los comerciantes, el Ayuntamiento, en connivencia con la actual dirección de Apymer, se posicionó contra ellos y realizó las obras tal y como le dio la gana y a pesar de los pesares.

¿Ayudas? Ninguna. El por entonces delegado de obras, José Herrera, se comprometió a estudiar la viabilidad de hacer quedar exento de la parte proporcional de algunos impuestos a los inmuebles afectados, pero en compromiso de estudio se quedó, y de ello nunca más se supo. Mientras en Antequera se han peatonalizado y arreglado varias calles, en Ronda sólo se ha actuado en parte de una, que además ya era peatonal. Mientras en Antequera se ha regenerado el centro comercial de la ciudad, en Ronda el centro sigue siendo el que era. Mientras en Antequera no se ha cerrado ningún comercio para llevar a cabo las obras, y éstas se han desarrollado satisfactoriamente, en Ronda se forzó a los comerciantes a cerrar sus establecimientos bajo la absurda excusa de que era la única forma de poder obrar la calle. Mientras que en Antequera se mira, en mayor o menor medida, por el comerciante local, en Ronda se ha dejado a éste abandonado a su suerte, y lo único que tenemos son promesas de reuniones que nunca llegan a celebrarse y que poco o nada aportan.

Ciertamente, como ven, las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando a nosotros nos toca la peor parte, y cuando no podemos sino mirar con admiración y cierta envidia como los representantes de allí, al menos, muestran su interés por sus conciudadanos con acciones, y no sólo con palabras, como ocurre aquí. Y además suponemos, o más correctamente, yo supongo, que nuestros ediles serán demasiados orgullosos como para copiar iniciativas loables de este tipo, y se limitarán a aplicar las que han venido aplicando hasta ahora: ninguna.

Las últimas declaraciones de Isabel Mª Aguilera sobre las obras de arreglo del primer tramo de calle La Bola, en donde se comprometía a no realizar las obras sino cuando los comerciantes quieran, nos dan un atisbo de esperanza a que, si en verdad se pasa del dicho al hecho, las cosas puedan mejorar para el maltrecho comercio rondeño. Sobre todo si sigue aplicando este criterio de actuar con cierta lógica en el futuro, como por ejemplo, para las obras que quedan pendiente en los tres últimos tramos de esta misma calle; y si además es capaz de plantearse un plan serio y bien meditado para ampliar y fortalecer a los empresarios rondeños sin perjudicarlos más por el camino. La promesa de trabajar está hecha, tácita y explícitamente; la capacidad de hacerlo se la suponemos y se la reconocemos; la esperanza en que cumpla su palabra, aunque debilitada por los últimos acontecimientos, aún sigue latente para algunos. Veamos ahora cuanto tiempo se tarda en poner “manos a la obra” y cómo se hace.