martes, 12 de agosto de 2008

De la apatía a la ineptitud

Después de conejo ido, palos a la madriguera. Los valientes de Ronda se quejan mucho mientras tienen el apoyo de la barra de un bar bajo los codos. Cuando pierden ese sostén y salen a la calle, se acabó la valentía y se acabaron las quejas. Y cuando llega el momento adecuado y oportuno para quejarse, se refugian en casa o tras las espaldas del despistado de turno. Y punto.

Primero fue eso de reunirse con los comerciantes del primer tramo de la calle La Bola para, entre todos, decidir cuándo y cómo realizar las obras de adecentamiento de ese tramo, que buena falta hacían. Después, pero antes de esa reunión, se dijo que las obras las llevarían a cabo miembros de la brigada municipal, con un presupuesto alrededor de los sesenta mil euros, haciendo primero la parte izquierda de la calle y después la derecha, y dejando inhabilitados sólo de cinco a diez metros de calle por día; y que comenzarían en el mes de agosto. A este anuncio le siguió la “reunión” (observen que lo pongo entre comillas) con los comerciantes, en la que la delegada de comercio se pasó por la mayoría de los establecimientos comunicando lo que se iba a hacer, ante el silencio y el consentimiento, tácito unas veces y explícito otras, de los afectados.

Al final resulta que sí, que las obras se están realizando en agosto, pero en lugar de hacerlo la brigada de obras la está realizando una empresa privada, en lugar de sesenta mil euros vamos ya por ochenta y cinco mil, y antes de quitar la primera loseta. En lugar de cerrar al público de cinco metros en cinco metros, han cerrado unos treinta metros de golpe; en lugar de hacerlo primero por la izquierda y después por la derecha, se están haciendo los dos lados juntos.

Pero bueno, uno puede entender que si sólo se cierran cinco metros por vez, no queda sitio para que quepan las máquinas y los trabajadores al mismo tiempo, y mucho menos para que puedan trabajar bien y con comodidad, por lo que no veo mal que cierren más tramo de calle. Y lo mismo puede aplicarse a trabajar primero en un lado de la calle y después en el otro. Incluso no hace falta ser muy listos para entender los motivos de seguridad que han llevado a instalar las vallas alrededor de la zona afectada. Y haciendo un esfuerzo, hasta podemos justificar que las obras se hagan en fechas tan señaladas como éstas, a pesar del perjuicio manifiesto que se ocasiona a los comercios de la zona. Aunque costaría algo más justificar por qué no se han avisado todos estos cambios antes de meterse en jarana, pero tampoco hay que ser tan quisquillosos.

Lo que no me cabe en la cabeza es que ahora, justo ahora, los comerciantes se pongan a protestar por el menoscabo que sufren sus negocios y por lo perjuicios que las obras les ocasionan. Si nadie hubiese hablado de hacer obras nunca y un buen día, cuando se dirigen a abrir sus tiendas, se encuentran con la calle levantada, pues vale, que protesten. Pero sabiendo, como sabían desde hace bastante tiempo, cuáles eran los planes del Ayuntamiento para con ese tramo de calle, después de que incluso los responsables municipales se han acercado a sus negocios para hablar con ellos sobre las obras, después de haberse quedado todo el mundo calladito y sin hacer nada ni personalmente ni en conjunto, las protestas están fuera de lugar. Si ahora molesta, ajo y agua, que cuando se tuvo ocasión de actuar, nada se hizo. Lo que les decía: que los valientes de Ronda pierden el valor conforme salen del bar, que las piernas les flaquean cuando dejan las quejas del petit comitè y toca pasar a mayores. Quien desperdicia el momento de quejarse, pierde el derecho a la queja.

Por eso el título de la columna de hoy, y es que no sé si los comerciantes, como buenos rondeños que somos, hacemos gala de la apatía característica de nuestros convecinos, que se ha convertido en seña de identidad del rondeño de pro: “callar y no meterse en líos”, y que fomenta a base de bien nuestro alcalde y otros; o es que de tan apáticos como somos nos hemos vuelto ineptos dejándonos lastimar hasta en nuestra forma de ganarnos la vida por el miedo a hacer algo o por las carencias cívicas que nos impiden, no ya llegar a algún tipo de acuerdo de actuación con nuestros convecinos, sino simplemente reunirnos con ellos para hablar del tema. Vamos, que somos apáticos hasta la ineptitud. Y si nos comportamos como ineptos, no vayamos después por ahí quejándonos de que desde el Ayuntamiento nos tratan como cenutrios, porque se limitarán a tratarnos como lo que somos.

Claro que si existiera algún tipo de asociación de la pequeña y mediana empresa de aquí de Ronda que velara por nuestros intereses, quizá evitaríamos vernos en éstas…

En fin, aviso a navegantes: dicen por ahí, y por si no se han enterado se lo digo yo ahora para que se enteren, que después de la feria de septiembre se empezarán a plantear las obras de reforma de los tres tramos más altos de la calle La Bola. Si alguien cree que se puede ver afectado seriamente por el desarrollo de esas actuaciones futuras, a lo mejor es ahora el momento de ir empezando a moverse para minimizar daños. Aunque dada la escasa inteligencia que hemos demostrado tener todos en las obras anteriores y en las presentes, mucho tendrá que cambiar la cosa para que al final la historia no vuelva a repetirse.

Dado que, al menos yo, no espero que consigamos mucho por parte de los comerciantes, no estaría mal, desde estas páginas, reclamar un poquito de sensibilidad por parte de la administración municipal para con el comercio rondeño, pues lo único que hemos tenido en estos últimos años han sido los perjuicios de una obra de un supuesto centro comercial abierto que todavía no funciona y que no existe salvo de nombre, y cuyos beneficios no aparecen por ningún lado, y las continuas recomendaciones de nuestro alcalde de que nos pongamos las pilas, que viene a ser una forma original de decir que nos las apañemos como podamos que de su parte no vamos a obtener nada. Sería muy de agradecer que además de estas bonitas palabras que nos ha dedicado a los comerciantes, y de otras que nos dirigen cada vez que hay elecciones, tuvieran algunos gestos y hechos que nos demostraran que nos respetan y nos toman en serio. Y si no, que hagan un esfuerzo en estas vacaciones, y que se imaginen, si es que tienen imaginación para ello, cómo sería Ronda si su comercio sigue empobreciéndose como lo está haciendo hasta ahora.