Lo normal es que a estas horas ya se hayan enterado todos ustedes de que, desde ayer por la tarde, el equipo de gobierno que dirigía la ciudad ya no es tal equipo, sino que es exclusivamente el Partido Andalucista el que rige en solitario el porvenir de los rondeños.
Decreto…, decretazo, más bien, a tenor de la importancia que tiene, del alcalde, que, ni corto ni perezoso, vuelve a meter mano a la faca y corta por lo sano (algunos dicen que lo sano está a la altura de los riñones de los que se atreven a pactar con él) y mira como hacen caída libre, con todo el equipo, los cuatro concejales del PP.
Sorpresa generalizada. Se sorprenden los ciudadanos, se sorprenden los delegados cesados, se sorprenden los miembros de la oposición. Se sorprenden incluso muchos miembros del Partido Andalucista, que no se esperaban nada de esto. Y algunos nos tememos que el último en sorprenderse puede ser el propio alcalde si no ha reparado en que los concejales a los que ahora da la patada pueden llevar paracaídas en el equipo de campaña.
El control de Ronda se queda en minoría, minoría de uno, nos tememos, que es el que manda, y autoexpuesto al jaque mate de una posible moción de censura, otra vez. El PP se queda descolocado a la búsqueda de un clavo ardiendo al que agarrarse, y el PSOE, todavía librando su propia guerra civil, comienza a recibir mimitos de todos y a hacer guiños de complicidad a unos y a otros.
Si la cosa estaba cruda para Ronda cuando parecía que había estabilidad, ni les cuento como puede llegar a ponerse.
¿El gobierno en Ronda?... Un descontrol, oiga.
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