Cuentan por ahí que es una lástima que el PSOE haya pactado con Toti, pero que si miramos fríamente y sin dejarnos arrastrar por rencores atrasados, nos daremos cuenta de que, ahora, justo ahora, es cuando Ronda podrá progresar de verdad.
Cuentan por ahí que, personas prudentes y sensatas, ven en la capacidad de gestión de algunos de los socialistas motivos para hacer borrón y cuenta nueva a la hora de juzgar este nuevo pacto de gobierno, y se conceden plazos de reposo y vigilancia hasta nueva orden.
Cuentan por ahí, también, que ahora que hay coincidencia de partidos en el ayuntamiento, en la Diputación provincial y en la Junta de Andalucía, los grandes proyectos para la ciudad: las carreteras, el Ave, el PGOU, la ciudad deportiva, el nuevo hospital, y otros, no encontrarán más obstáculos ni más oposición y por fin podrán convertirse en realidad.
Cuentan por ahí, por último, que ahora, y gracias al sacrificio personal de los concejales socialistas, que han sabido tragarse sapos y culebras que les roen las entrañas, y a pesar de la calamitosa situación económica en la que nos vemos envueltos y por la que tendremos que purgar, ya podemos dormir tranquilos los rondeños, porque a la larga, esto sólo redundará en el bien de los rondeños.
Y después de escuchar lo que cuentan por ahí, yo no sé si creérmelo o no. No sé si hacer caso a los detractores del pacto o a sus partidarios. Porque si les hago caso a la población y a la militancia socialista que se sienten traicionadas por su jerarquía no podemos sino darnos cuenta de que el bienestar de Ronda es la excusa con la que se justifican a sí mismos los que no viven sino para encaramarse a la cúspide del poder o para medrar en política. Pero si le hago caso a lo que cuentan por ahí lo único que puedo concluir es que la política se ha convertido en un verdadero tráfico de influencias, donde sólo se ayuda al desarrollo de las ciudades en función de que el partido que gobierne en ella pertenezca o no a la cuerda del que controla los fondos y las ayudas de las instituciones.
Si los concejales socialistas han accedido al pacto por el mero deseo de coger un sueldo y de detentar el poder, malo. Y si lo han hecho para que la Junta y la Diputación abran la mano de la caja de caudales, que tenía bien cerrada cuando eran otros los que gobernaban, malo también. ¿Cuál de las dos opciones será la verdadera? ¿Con cuál de ellas habremos de quedarnos? Por ahora no lo sé, pero como dice alguien a quien respeto, ya quedan menos de cien días para que nos pronunciemos por una de las dos respuestas.
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