viernes, 22 de agosto de 2008

Proyectos

Que el AVE pase por Ronda (y que pare) es algo bueno para la ciudad, qué duda cabe. Pero no es responsabilidad directa de nuestros representantes municipales, sino del gobierno central.

Que se vaya a construir una nueva carretera que nos una con la costa, más rápida y cómoda (nos haremos otra vez los tontos y nos lo volveremos a creer), es algo bueno para la ciudad; tampoco cabe duda. Y tampoco es responsabilidad directa del Ayuntamiento de Ronda, sino que corresponde a las administraciones regional y provincial ponerla en marcha.

Que vayamos a tener un nuevo hospital, más moderno, mejor preparado y con más capacidad, es algo bueno para la ciudad. No hay que dudarlo. Como tampoco hay que dudar que la responsabilidad de la creación del mismo recae sobre todo en la Junta de Andalucía, no en el Ayuntamiento.

En definitiva, de los grandes proyectos que se vislumbran por el horizonte, y a pesar de que en todos es requerida la colaboración de nuestros gobernantes locales, ninguno de ellos está bajo su responsabilidad, lo que equivale a decir que por mucho que quieran y digan, carecen del poder real para convertirlos en realidad, teniendo que mantenerse a le espera de que otros, los verdaderos responsables, quieran realizarlos.

Debemos saber entonces, que cualquier intento de adjudicarse la realización de cualquiera de estos proyectos (y de otros que me dejo en el tintero) por cualquiera de los miembros de la corporación municipal constituirá poco menos que una nueva tomadura de pelo a los rondeños, por no hablar de mentiras abiertas. Y da igual que intenten justificarse ante nosotros, que somos la opinión pública, con aquello de que “gracias a que conocemos a la gente de la Junta…”, o “gracias a nuestra labor en Madrid…”, o también aquello de “con este nuevo pacto…”, pues no son ellos los que tienen capacidad para decidir.

Sin embargo sí que hay otros muchos ámbitos que les son propios y en los que pueden actuar con determinación y contundencia, donde sí tienen todo el derecho del mundo a adjudicarse aquello que sean capaces de hacer. El problema es precisamente ese: ser capaces de hacer algo. Pero no algo a secas, sino Algo, con mayúsculas. El problema está en ser capaces de imaginar proyectos de la envergadura suficiente como para hacer que Ronda sea conocida por algo más que por sus vistas, por su corrida de toros y por el encanto de sus calles. Imaginar proyectos, no necesariamente costosos, pero sí lo suficientemente originales como para llenar huecos de mercado libres que traigan el desarrollo deseado, o lo suficientemente interesantes como para que personas o empresas deseen desarrollar su labor en la ciudad, o tengan la posibilidad de instalarse y vivir aquí.

En este sentido, lo único que se ha visto en la ciudad en los últimos años ha sido la reciente publicación del posible avance del futuro Plan General de Ordenación Urbana, con el desarrollo más oscurantista de todos los posibles, y que aún no es sino un proyecto, no una realidad. Proyecto, además, que carece de elementos novedosos incluidos en él que permitan aventurar el crecimiento futuro de Ronda en algo más que su desarrollo urbanístico.

Hablando el otro día con un amigo decíamos que, dado que todos buscan “el bien de los rondeños”, no debería ser tan difícil ponerse de acuerdo una vez al año en una sola cosa. Y puesto que todos han decidido trabajar voluntariamente por “el bien de los rondeños”, y cobran por ello, o eso dicen, tampoco debería ser tan difícil que aunaran fuerzas y empujaran todos en la dirección de consolidar aquello que previamente decidieron hacer. De este modo, con que hicieran una sola cosa al año, Ronda avanzaría inevitablemente. ¿Qué cosas hacer? Obviamente se supone que ellos saben qué hacer: se les supone un programa de gobierno ambicioso que nos han presentado en las elecciones, y se suponen a sí mismos la capacidad de innovar, imaginar y adelantar el futuro de la ciudad, sabiendo qué es lo que nos hace falta a todos para progresar. Pero por si no se les ocurre nada, o por si han perdido o se han olvidado de sus programas electorales, baste con insinuar áreas donde aplicar su imaginación: educación, con la implantación y consolidación de nuevos estudios universitarios; industria, con la apertura hacia el mundo empresarial; medio ambiente, con la explotación y aplicación práctica de los recursos naturales que nos rodean; comercial, con el desarrollo de nuevas formas de comerciar que se están implantando en otros puntos geográficos del mundo; deportivo, con la celebración de campeonatos o torneos relevantes, o con la consolidación de Ronda como ciudad idónea para la preparación deportiva de distintos deportes, de clubes o de particulares, con la adecuación de las instalaciones deportivas existentes y con las proyectadas a centros de alto rendimiento deportivo; cultural, con la creación de certámenes de entidad en al menos una de las variadísimas modalidades en que la cultura tiene a bien manifestarse: escritura, danza, música, pintura, escultura, teatro, cine, … ¡Qué se yo!

Si de todo esto que digo, más todo lo que no digo, más aquello que se les ocurra a otros, más lo que se les ocurra a nuestros ediles, hicieran una sola cosa cada año, y se preocuparan por mantenerla en los años sucesivos…

Pero con unos presupuestos de sólo siete millones de euros, arriba o abajo, para invertir en el próximo año entre todas las áreas, con unas arcas situadas cerca de la UVI, con los precedentes que tenemos desde hace dos decenios hasta ahora en lo que a capacidad de imaginación y capacidad de trabajo se refiere, con las continuas trifulcas de los últimos cinco años entre bandos políticos opuestos, dentro y fuera de cada partido, con las que nos regalan los oídos mes sí y mes también, no cabe mucho espacio para la confianza.

Los avances funcionales y organizativos, como los de participación ciudadana, están muy bien, ¿pero participación para qué? La creación de nuevas sociedades, como el ente público-privado para la promoción y desarrollo del turismo en sus distintas modalidades, está muy bien, pero sigue siendo más de lo mismo, sin aportar nada nuevo. Las mejoras en las ferias, los adecentamientos de calles y jardines, los cuidados de parques, los premios a la limpieza de la ciudad, la apertura del deporte a todos, son detalles imprescindibles, que esconden tras de sí más trabajo y esfuerzo del que se aprecia a simple vista, y por lo que los concejales al cargo de estas delegaciones merecen un reconocimiento, siquiera, desde esta página que, me consta, no siempre es de su agrado. Pero con mantener lo que ya hay no llegamos a ningún lado. Para avanzar es preciso voluntad para ello, coordinación entre los distintos grupos municipales y facciones dentro de los mismos, e inteligencia suficiente para saber qué se quiere hacer y cómo se puede conseguir. Y si nos hemos de atener a lo que hasta ahora nos han demostrado, mal camino llevamos…

martes, 19 de agosto de 2008

No soy andalucista. Como tampoco soy del PSOE, del PP, de IU, ni de ningún otro partido. Más a los efectos de la presente columna, quede claro que no soy andalucista. Pero sí soy andaluz, me gusta Andalucía, y puedo entender que haya gente que, queriéndola más de lo que yo la quiero, esté dispuesta a hacer grandes sacrificios por hacer de Andalucía y de los andaluces una tierra más abierta, cómoda y agradable para todos. Puedo entender que la situación actual de esta parte del mundo no sea la mejor para muchos de los que aquí vivimos, y que los agravios comparativos nos dejen con esa desazón entre el estómago y el corazón que no sabemos con qué curar. Entiendo los sentimientos de quienes viajan a otros lugares más desarrollados que nuestra Ronda o que nuestra Andalucía, y ante la visión de parques, ante el disfrute de servicios, ante la toma de conciencia del desarrollo que ve, diga: “esto lo quiero yo para mi tierra”. Y aunque no lo comparta, entiendo que haya quienes opinen que los andaluces disfrutamos una herencia común, de unos valores comunes, y que quieran hacer de ellos norma de identidad de los que habitamos aquí. En definitiva, que no es ilógica la existencia de un partido de las características del PA, que hay espacio que justifica su existencia, y que hay gente con la sensibilidad y las ganas de trabajar en él y por él.

Por eso no es comprensible que el señor Marín Lara salga diciendo sin ningún tapujo que los andaluces no necesitan a los andalucistas.

Desde siempre me ha disgustado sobremanera esos andares de algunos que, sin justificación ninguna, se autoproclaman portavoces de los pueblos, de los ciudadanos o de los partidos, pretendiendo ser ellos los únicos que conocen lo que piensan los demás y que lo que ellos dicen es lo único que hay que saber: “lo que los rondeños quieren…”, “lo que los andalucistas quieren…”, “lo que los andaluces nos han dicho…”. Todas las frases que comienzan de esta manera suelen ser tergiversaciones interesadas de la realidad que se convierten en terreno abonado para afirmar cualquier cosa que venga en gana a quien la pronuncia. La demagogia sale a raudales por las fauces de esos pseudoportavoces de sí mismos que sólo buscan, como parece ser que ocurre en este caso, prepararse el terreno para el abandono de un barco, y justificar lo injustificable.

No niego que el señor Marín Lara quiera a su tierra, puesto que no lo sé; pero estoy dispuesto a afirmar que ama Ronda y Andalucía más que yo. Ni seré yo tampoco quien diga que no ha hecho nada por el partido en el que milita ahora mismo, aunque ateniéndome a cómo se encuentra Ronda tras su paso, sí le niego capacidad de gestión y conocimientos válidos para gobernar. Pero si ha perdido sus convicciones, o si cree que éstas se pueden defender mejor desde las filas de otro partido, del socialista, por ejemplo, que tenga al menos la valentía de decirlo abiertamente y sin tapujos, y sin buscar justificación en esa “profunda reflexión” que ha dado como resultado, según él, que los andaluces no quieren al PA, que la ideología del PA coincida al noventa por ciento con la del PSOE, y que él, como dirigente local y provincial de la formación, no haya tenido responsabilidad ninguna en el varapalo que los andalucistas se han llevado en las últimas elecciones autonómicas. Si quiere dejar el partido, que lo deje. Está en su derecho. Si se quiere integrar en el PSOE, que lo haga. También es libre para eso. Pero que aguante la vela de la poca credibilidad que le pueda quedar con hombría, sin mentiras ni argucias.

Las distintas voces que se alzan desde el PA, afortunadamente, nos hacen ver que hay sensibilidades que no están dispuestas a renegar de lo que verdaderamente sienten y creen, y nos hacen ver también que hay gente dispuesta a representar a aquella parte de la población que piensa como ellos y que, ahora, el señor Marín Lara parece querer abandonar a su suerte. Por supuesto que desde el PSOE se puede defender Andalucía. Exactamente igual que se puede hacer desde cualquier otro partido. Pero si la profunda reflexión a la que se dice sometido le ha llevado a creer que se puede defender de la misma manera los intereses de andaluces y rondeños desde las filas del PSOE que desde las filas del PA, habría que concluir que dicha reflexión, además de profunda, ha resultado inútil y errada. Sobre todo cuando podemos comprobar fácilmente que la dirección de sus palabras marca el mismo camino que el de su propio progreso en política. Casualidad, seguro, pues ya sabemos que sólo busca el bien de los ciudadanos.

Quizá debiéramos recordarle otra vez, como ya se le ha recordado desde estas mismas páginas con anterioridad, eso tan famoso de que Roma no paga traidores; y que en este aspecto, el PSOE es en todo punto comparable a la capital imperial, tanto en lo de no pagar traidores como en el ingente número de traiciones que se cometieron en el seno de la ciudad eterna para hacerse con el poder, y que llevaron a la muerte, apuñalados, a emperadores de, por ejemplo, la talla de Julio César. Los mismos análisis que el señor Marín Lara ha hecho públicamente en los últimos años acerca de ese tipo de traiciones en el seno del partido socialista son muestra suficiente de esto que digo. Si ingresa en el PSOE se supone que acepta el riesgo de ser apuñalado, políticamente hablando, y el de ser usado y tirado después, cuando ya no sea útil, tal y como él mismo hizo con otros anteriormente.

Su salida del PA, no obstante, quizá pueda suponer eliminar tapón de la libertad de expresión y acción dentro del partido, quitando la mordaza de la boca a quienes hasta ahora, no se sabe muy bien porqué, se han mantenido en silencio a pesar de sentirse heridos en lo más profundo de sus convicciones políticas. La desaparición del actual alcalde de las filas andalucistas puede muy bien ser la suelta de lastre que este partido necesite para que los verdaderos valores que hay dentro de él puedan moverse con más libertad y soltura, y trabajar en serio por una ciudad a la que aman y a la que pueden aportar mucho.

martes, 12 de agosto de 2008

De la apatía a la ineptitud

Después de conejo ido, palos a la madriguera. Los valientes de Ronda se quejan mucho mientras tienen el apoyo de la barra de un bar bajo los codos. Cuando pierden ese sostén y salen a la calle, se acabó la valentía y se acabaron las quejas. Y cuando llega el momento adecuado y oportuno para quejarse, se refugian en casa o tras las espaldas del despistado de turno. Y punto.

Primero fue eso de reunirse con los comerciantes del primer tramo de la calle La Bola para, entre todos, decidir cuándo y cómo realizar las obras de adecentamiento de ese tramo, que buena falta hacían. Después, pero antes de esa reunión, se dijo que las obras las llevarían a cabo miembros de la brigada municipal, con un presupuesto alrededor de los sesenta mil euros, haciendo primero la parte izquierda de la calle y después la derecha, y dejando inhabilitados sólo de cinco a diez metros de calle por día; y que comenzarían en el mes de agosto. A este anuncio le siguió la “reunión” (observen que lo pongo entre comillas) con los comerciantes, en la que la delegada de comercio se pasó por la mayoría de los establecimientos comunicando lo que se iba a hacer, ante el silencio y el consentimiento, tácito unas veces y explícito otras, de los afectados.

Al final resulta que sí, que las obras se están realizando en agosto, pero en lugar de hacerlo la brigada de obras la está realizando una empresa privada, en lugar de sesenta mil euros vamos ya por ochenta y cinco mil, y antes de quitar la primera loseta. En lugar de cerrar al público de cinco metros en cinco metros, han cerrado unos treinta metros de golpe; en lugar de hacerlo primero por la izquierda y después por la derecha, se están haciendo los dos lados juntos.

Pero bueno, uno puede entender que si sólo se cierran cinco metros por vez, no queda sitio para que quepan las máquinas y los trabajadores al mismo tiempo, y mucho menos para que puedan trabajar bien y con comodidad, por lo que no veo mal que cierren más tramo de calle. Y lo mismo puede aplicarse a trabajar primero en un lado de la calle y después en el otro. Incluso no hace falta ser muy listos para entender los motivos de seguridad que han llevado a instalar las vallas alrededor de la zona afectada. Y haciendo un esfuerzo, hasta podemos justificar que las obras se hagan en fechas tan señaladas como éstas, a pesar del perjuicio manifiesto que se ocasiona a los comercios de la zona. Aunque costaría algo más justificar por qué no se han avisado todos estos cambios antes de meterse en jarana, pero tampoco hay que ser tan quisquillosos.

Lo que no me cabe en la cabeza es que ahora, justo ahora, los comerciantes se pongan a protestar por el menoscabo que sufren sus negocios y por lo perjuicios que las obras les ocasionan. Si nadie hubiese hablado de hacer obras nunca y un buen día, cuando se dirigen a abrir sus tiendas, se encuentran con la calle levantada, pues vale, que protesten. Pero sabiendo, como sabían desde hace bastante tiempo, cuáles eran los planes del Ayuntamiento para con ese tramo de calle, después de que incluso los responsables municipales se han acercado a sus negocios para hablar con ellos sobre las obras, después de haberse quedado todo el mundo calladito y sin hacer nada ni personalmente ni en conjunto, las protestas están fuera de lugar. Si ahora molesta, ajo y agua, que cuando se tuvo ocasión de actuar, nada se hizo. Lo que les decía: que los valientes de Ronda pierden el valor conforme salen del bar, que las piernas les flaquean cuando dejan las quejas del petit comitè y toca pasar a mayores. Quien desperdicia el momento de quejarse, pierde el derecho a la queja.

Por eso el título de la columna de hoy, y es que no sé si los comerciantes, como buenos rondeños que somos, hacemos gala de la apatía característica de nuestros convecinos, que se ha convertido en seña de identidad del rondeño de pro: “callar y no meterse en líos”, y que fomenta a base de bien nuestro alcalde y otros; o es que de tan apáticos como somos nos hemos vuelto ineptos dejándonos lastimar hasta en nuestra forma de ganarnos la vida por el miedo a hacer algo o por las carencias cívicas que nos impiden, no ya llegar a algún tipo de acuerdo de actuación con nuestros convecinos, sino simplemente reunirnos con ellos para hablar del tema. Vamos, que somos apáticos hasta la ineptitud. Y si nos comportamos como ineptos, no vayamos después por ahí quejándonos de que desde el Ayuntamiento nos tratan como cenutrios, porque se limitarán a tratarnos como lo que somos.

Claro que si existiera algún tipo de asociación de la pequeña y mediana empresa de aquí de Ronda que velara por nuestros intereses, quizá evitaríamos vernos en éstas…

En fin, aviso a navegantes: dicen por ahí, y por si no se han enterado se lo digo yo ahora para que se enteren, que después de la feria de septiembre se empezarán a plantear las obras de reforma de los tres tramos más altos de la calle La Bola. Si alguien cree que se puede ver afectado seriamente por el desarrollo de esas actuaciones futuras, a lo mejor es ahora el momento de ir empezando a moverse para minimizar daños. Aunque dada la escasa inteligencia que hemos demostrado tener todos en las obras anteriores y en las presentes, mucho tendrá que cambiar la cosa para que al final la historia no vuelva a repetirse.

Dado que, al menos yo, no espero que consigamos mucho por parte de los comerciantes, no estaría mal, desde estas páginas, reclamar un poquito de sensibilidad por parte de la administración municipal para con el comercio rondeño, pues lo único que hemos tenido en estos últimos años han sido los perjuicios de una obra de un supuesto centro comercial abierto que todavía no funciona y que no existe salvo de nombre, y cuyos beneficios no aparecen por ningún lado, y las continuas recomendaciones de nuestro alcalde de que nos pongamos las pilas, que viene a ser una forma original de decir que nos las apañemos como podamos que de su parte no vamos a obtener nada. Sería muy de agradecer que además de estas bonitas palabras que nos ha dedicado a los comerciantes, y de otras que nos dirigen cada vez que hay elecciones, tuvieran algunos gestos y hechos que nos demostraran que nos respetan y nos toman en serio. Y si no, que hagan un esfuerzo en estas vacaciones, y que se imaginen, si es que tienen imaginación para ello, cómo sería Ronda si su comercio sigue empobreciéndose como lo está haciendo hasta ahora.

viernes, 1 de agosto de 2008

El buen samaritano

En política, como en otras facetas de la vida, muchas veces solemos perder el norte, nos despistamos, queriendo o sin querer, y nos dedicamos a realizar tareas que en muchas ocasiones poco tienen que ver con la labor que sí deberíamos desarrollar. Pero antes de entrar en materia prefiero ponerles un ejemplo que ilustra claramente lo que quiero decir.

En su libro El Animal Social, Elliot Aronson expone el siguiente experimento: “Durante semanas en las facultades de teología, filosofía y psicología de la Universidad de…, en EE.UU., se hizo mucha propaganda sobre la conferencia que una gran personalidad vaticana iba a impartir en fechas próximas, en una de las aulas magnas de una de esas facultades, acerca de la parábola del Buen Samaritano que viene reflejada en los Evangelios. Ya saben, aquella que dice que habiendo sido asaltado y malherido un hombre en un camino, quedó tirado en él pidiendo ayuda a todo el que pasaba, y siendo despreciado por todos, negándosele el auxilio, hasta que pasó un samaritano, aquel del que jamás cabría esperar ayuda, pero que fue precisamente el único que se compadeció de la situación del viajero, socorriéndolo y salvándolo, sin pedir nada a cambio. A lo largo de todos los días que quedaban hasta la conferencia, distintos profesores y desde distintos puntos de vista, analizaron para sus alumnos la parábola, sus implicaciones religiosas y metafísicas, morales, conductuales, la adaptación de la misma a los tiempos modernos, la posible validez y atemporalidad que mostraba, los valores que reflejaba y las consecuencias psicológicas derivadas de seguir, o no, conductas como la del samaritano de la historia. Se encargaron a los alumnos trabajos que versaran sobre distintos aspectos de la parábola, se realizaron seminarios sobre ella, e incluso se consiguió que una emisora local de radio dedicara un programa especial a la conferencia, al conferenciante y a la parábola.

Llegado el día de la ponencia, un alumno fue llamado al despacho del profesor que organizaba el evento, donde se encuentra a éste en visible estado de nerviosismo, reunido con algunos de los integrantes de la comitiva que discuten entre ellos con preocupación. Cuando el alumno entra, todos callan mientras el profesor se dirige a él y le explica la situación: el auditorio está lleno y esperando que comience la conferencia, pero el avión del ponente llega con retraso y apenas si acaba de tomar tierra en el aeropuerto, con lo que todavía tardará más de una hora en llegar a la Universidad de… Como resulta que consideran a este alumno bastante brillante, y dado que no se puede contar con ningún profesor, puesto que están haciendo las veces de anfitriones con sus invitados, le piden que sea él quien, a modo de introducción, vaya exponiendo el contenido de la parábola mientras hace tiempo a que llegue el verdadero conferenciante. Le dan a leer la parábola en ese preciso instante, junto con las notas del ponente, le dejan unos veinte minutos para que se prepare lo que vaya a decir y le comentan que se pase al edificio de enfrente que es donde va a tener lugar la conferencia.

Cuando sale a la calle para dirigirse a dar la conferencia, en medio de la calzada, aparece un ciclista tumbado en el suelo, en medio de un charco de sangre, semiinconsciente, quejándose amargamente y con la bicicleta destrozada a su lado. ¿Qué hace nuestro alumno?”

El experimento se repite con cientos de alumnos. Según Aronson, si bien muchos socorren al ciclista herido, el mayor porcentaje corresponde a quienes ignoran al accidentado y siguen a lo suyo, aun pensando en una historia donde un viandante deja sus asuntos para socorrer a un herido. Incluso cita un par de casos en donde algunos de los alumnos pasan por encima del ciclista herido para llegar al otro lado de la carretera.

¿Qué ha pasado aquí? Sencillamente que lo inminente, lo que nos afecta en ese momento, se impone a lo verdaderamente importante. Pensando en lo que vamos a hacer, obviamos lo que debemos hacer realmente. Como he dicho, esto nos pasa a todos y en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero como suelo escribir sobre política, y sobre política local, para más señas; y como los asuntos que afectan a la política no sólo afectan a los que a ella se dedican, sino que nos afectan a todos, aplico el ejemplo a este campo.

Por lograr un gobierno que permita a los rondeños vivir con dignidad, quienes han elegido dedicarse a la política activa no tienen reparos en perder su propia dignidad en el esfuerzo por hacerse con el poder. Si para lograr el bien del pueblo hay que hacer oídos sordos a lo que ese mismo pueblo dice, se actúa sin complejos y sin escrúpulos. Si por conseguir un puesto de salida de los que dan acceso a los sillones del poder hay que actuar contra los dictados de la militancia de base dentro del partido, se hace sin dudarlo. Si por llevar mis ideas a la práctica he de obedecer a las altas instancias del partido, aún a costa de ir contra los dictados del partido local y contra el sentir manifiesto de la población que va ser gobernada, se procede sin rechistar. Si por el bien de la ciudad, hay que perjudicar a los ciudadanos, van a ser perjudicados sin remedio.

Los acontecimientos vividos en Ronda en los últimos cinco años suponen un ejemplo palpabilísimo de la proposición más famosa de Maquiavelo: “el fin justifica los medios”, aunque el uso de esos medios conlleve la precariedad económica de las arcas municipales, aunque conlleve la indignidad de nuestros dirigentes, y con ella la de la ciudad, al ser gobernada y representada por personas que no han tenido inconveniente de desdecirse de sus principios ni de sus ideas y manifestaciones cuando así les ha interesado para poder hacerse con el poder. Cuando, lo veremos próximamente, nos digan que se cambian de chaqueta, que se juntan con el enemigo, que desprecian su ideología cambiándola por la ajena, sólo por alcanzar el fin ansiado: el bien de los rondeños.

Usar y tirar. Usar a los socialistas y tirarlos. Usar al GIL y tirarlo. Usar al PP y tirarlo. Recoger al PSOE del fango para volverlo a usar. Usar al alcalde para alcanzar el poder, con intención de tirarlo cuando no sea necesario, si lo permiten las direcciones socialistas. Usar a los socialistas para instalarse en sus filas y después tirar a los que estorben nuestros propósitos. Usar y tirar. Ese es el lema. Ignorar lo que se debe hacer (en el sentido moral) y hacer lo que se deba (en el sentido práctico) para conseguir el bien de los rondeños, aún a pesar del nombre, de la dignidad y del mismo bien de los rondeños.

sábado, 26 de julio de 2008

Corporativismo

Durante varios años, y quizá porque se sintió acosado y perseguido por quienes vertimos nuestra opinión libremente en público, el alcalde publicó lo que dio en llamar “periódico”, dando pábulo a que en él se utilizaran palabras y expresiones de baja estofa para denigrar, insultar, ofender y despreciar a aquellos que se le oponían desde diversos sectores.

Tal publicación, que desde luego no pasó desapercibida, se granjeó rápidamente el calificativo de panfleto propagandístico cuando, número tras número, el único contenido de mediano interés, y sólo por el morbo, consistía en ver a qué concejal de la oposición o a qué periodista ponían a parir esa semana.

Como es obvio, si los ánimos ya estaban crispados por la forma en que el señor Marín Lara se hizo con el gobierno, tal tipo de mensajes no contribuían, desde luego, a mejorar la situación social que padecíamos los rondeños, sino que por el contrario lo que se consiguió fue aumentar las iras de los que en sus páginas eran menospreciados de forma sistemática y grosera, sobre todo cuando no se aludía a las cuestiones que venían a cuento, esto es, las políticas, sino que casi siempre se basaban en vilipendiar aspectos personales de aquellos que eran objeto de su insidias.

Todo esto, que de por sí ya dice mucho de quien incita, permite y alienta esta especie de “libertad de prensa”, se hizo siempre con el consentimiento de los distintos socios de gobierno que ha tenido a lo largo de estos cuatro años. Consentimiento que se ha manifestado en el silbido de disimulo, la mirada perdida al infinito, y el silencio cómplice del que dice que, al fin y al cabo, ni es él el que insulta ni es él el insultado. Lo que hace que aún sea peor el sentimiento de repulsión que causa en los agraviados, cuando ven que los que en privado reconocen la franca injusticia de la que son objeto, en público no se atreven a contrariar al que, hoy por hoy, tiene la sartén del municipio por el mango.

Y ahora, cuando se alzan con el poder quienes más perjudicados se han visto por estas acciones, y cuando raramente es publicado el “periódico” de marras, para una vez que lo hace, uno de los nuevos miembros de la oposición prueba la medicina que antes dio a probar a los otros, y salta con justificada indignación, pero no con sorpresa, mientras que los nuevos miembros del equipo de gobierno callan, y por lo tanto otorgan, imitando la actitud que antes tanto criticaban.

Lo que me llama la atención no es el hecho de que unos y otros censuren un comportamiento que después, cuando tienen la ocasión de evitarlo, mantienen. Lo que me llama la atención es la falta de escrúpulos que se manifiesta con ese corporativismo mal entendido, que hace que haya que estar al lado del compañero de gobierno, haga éste lo que haga y diga lo que diga. Que se mete con un concejal de la oposición, pues mala suerte que ha tenido…, pero a mí que no me hagan pronunciarme en público sobre lo que me parece eso, que ahora es de los míos. Y ocurre lo mismo con los compañeros de partido: si uno de los miembros representativos del partido mete la pata, ninguno de los otros miembros tiene libertad para hacer autocrítica, sino que se pliegan al error, se ponen firmes al lado del errado, y nos tratan de hacer ver lo blanco negro. O como poco, gris claro.

Así nos va. Quienes deberían ser los guardianes de los valores sociales y quienes deberían velar por mantener las formas y la corrección, de dedican a ocultar la verdad por mor de favorecer los intereses propios o los de aquellos que, por las circunstancias y por los raros compañeros de cama que proporciona la política, son sus afines temporalmente. La honradez y la defensa de la dignidad ajena de sus iguales son conceptos demasiado abstractos y demasiado poco útiles como para tenerlos en cuenta, cuando los silencios sostenidos y las miradas al tendido tienen la posibilidad de salvarnos la cara y los intereses al mismo tiempo.

Lamento sobremanera las vejaciones de las que ha sido objeto Mari Paz Fernández, como he lamentado sistemáticamente aquellas otras que en su momento sufrieron Paco Cañestro, Isabel Aguilera o Ana Fuentes, entre otros. Pero más lamento los vergonzosos silencios que antes tuvieron los concejales del PP y que ahora tienen los del PSOE, amparándose en no se qué tipo de miedos o intereses, que hace que se les coma la lengua el gato para denunciar conductas tan deplorables incitadas por quien debería ser ejemplo de comportamiento y saber estar, cuando en otras ocasiones tienen esa misma lengua tan larga para denunciar lo que hace daño a los ciudadanos, siempre y cuando tal denuncia, claro está, favorezca sus intereses.

viernes, 18 de julio de 2008

Logros y beneficios


Tenemos que congratularnos. Me refiero a todos los rondeños, desde los desdentados por que acaban de nacer hasta los desdentados por lo mucho que han masticado. Todos, en definitiva, tenemos que congratularnos, porque todos nos hemos dado cuenta que, gracias a la nueva corporación, las cosas están empezando a funcionar.

Claro que sí. Fíjense. Ya se van a empezar las obras de adecentamiento del primer tramo de Carrera Espinel, que llevaba cuatro años hecho un poema, y poco después se terminará el Centro Comercial Abierto de Ronda, que también había sufrido un parón con la corporación anterior. Y eso no es nada en cuanto a obras se refiere, porque ya nos han anunciado la tan ansiada reforma de uno de los tramos de la Avenida de Málaga, y habrá que ver lo bien que queda ese nuevo parking y ese nuevo jardín en los terrenos del Cuartel de la Concepción, que ya es casi nuestro.

Pero no se vayan, que aún hay más. Ahora, los vecinos, los que estén asociados, claro, pueden participar activamente en las labores del Consistorio, e incluso en la elaboración de los presupuestos municipales; presupuestos, éstos, que por fin vamos a tener y se van a aprobar en el mes de junio,… bueno, ¡qué junio ya lo hemos pasado!...Es que se me ha ido la tecla… Disculpen ustedes… Entonces en el de julio,… O quizás sea en el de septiembre, que ya saben ustedes que estas cosas tienen trabajo. Pero es que todavía hay más, puesto que la vida en Ronda ocupa más áreas. Ahora es cuando ya todo va a ir de miedo, porque tal y como afirmó el alcalde, sólo con el grupo socialista se podía desatascar la gestión de Ronda, con lo cual esperamos ver ahora como dan cumplimiento a todo lo que nos han prometido: ese parque nuevo en la zona de la parada de autobuses; esa gran avenida comercial en la zona de las vías del tren; esa escuela de hostelería tan demandada por unos y otros; ese palacio de congresos nuevo, con capacidad para unos pocos miles de personas, que va a convertir a Ronda en la ciudad de los congresos por excelencia; esos estudios universitarios para la ciudad; ese nuevo suelo industrial para que los empresarios rondeños desarrollen su labor con efectividad; esas grandes ayudas y ventajas para que importantes empresas foráneas se instalen en la ciudad; esa calidad de las actividades culturales que convertirán a Ronda en la envidia de Andalucía, como ya lo es por su magnífico recinto ferial.

Y eso que no se limitarán sólo a lo que han prometido. ¡Qué va! La desbordante imaginación que les sobra, sabiamente administrada, nos dará nuevos proyectos beneficiosos para la ciudad: los subterráneos para el paso de vehículos en los primeros tramos de la Avenida de Málaga, convirtiendo la superficie en un paseo ajardinado para el disfrute de los rondeños; la creación de una escuela de servicios, en el mismo formato que la de hostelería, pero que abarque otros servicios demandados por las empresas de la ciudad, como las antiguas escuelas de artes y oficios, que reviva las tradiciones rondeñas casi perdidas (talla, ebanistería rondeña, forja, talabartería, cerámica), así como otras corrientes laborales (panadería, pastelería, sastrería, joyería, electrónica, fontanería, atención al público,…) que ofrezcan preparación y salidas laborales a todo aquel que quiera. Por fin, con el ejemplo del observatorio astronómico, se potenciará el desarrollo de Ronda como ciudad de investigación científica, pero abriéndonos a otros sectores, entre los que la investigación medioambiental podría ser de los más atrayentes. ¡Y qué les voy a contar de la consideración que mostrarán hacia dolorida y maltrecha faringe de mi amigo Ángel Azábal!, pues que por fin tendrá su magnífica biblioteca, con un amplio fondo de libros y documental, su sección de hemeroteca, sus distintas salas de estudio, informatizadas y con acceso a la red, con puestos informáticos a disposición de los usuarios que así lo requieran, para dar cabida a tantos estudiantes, universitarios o no, que tendrán el privilegio de poder acudir a ella en busca de auxilio, o simplemente para que los ciudadanos de a pie nos deleitemos con un rato de buena lectura, o para que podamos conseguir información al respecto, porque bien podría funcionar también como centro de apertura para que los ciudadanos conozcan lo que su ayuntamiento desarrolla; ¡vamos! ¡Otra causa de envidia para el resto de Andalucía!

Ahora, por fin, se estudiará la viabilidad de la instalación del aeropuerto en Ronda, e incluso, ya lo estamos viendo, gracias a esta nueva corporación, tendremos nuevo hospital, autopista a la costa, AVE con parada en Ronda, nuevas carreteras hacia Antequera y Sevilla…, y lo que venga, que a buen seguro será mucho.

Y todo esto se ha conseguido, o se va a conseguir, claro, por el sacrificio que han tenido que hacer unos y otros de tener que trabajar juntos. Los socialistas, pobrecitos ellos, han tenido que hacer de tripas corazón y juntarse a alguien tan infame como el alcalde, como ellos mismos han dicho hasta la saciedad, para conseguir que Ronda tenga una oportunidad que sólo ellos podían proporcionar, y que sea por el bien de pueblo. El alcalde, por su parte, ha tenido que aguantarse las arcadas que le daban sólo de pensar en trabajar al lado de gente tan incompetente e ineficaz como los socialistas, como él mismo ha dicho hasta la saciedad, también por conseguir el bien del pueblo.

El “bien del pueblo” es una expresión que parece que todo lo ampara; lo mismo vale para un roto que para un descosido. Pero, ¡qué curioso!, sólo me la usan cuando no hay razones lógicas que expliquen con claridad lo que hace el que profiere tan burda justificación. O cuando esas razones son inconfesables, claro.

A los políticos con el pueblo les pasa lo que a los padres con nuestros hijos: que no nos damos cuenta de que ellos no sólo prestan atención a lo que les decimos que deben hacer, sino también a lo que hacemos, y así acaban copiando nuestras conductas. Pues, además de lo que los políticos dicen, nosotros nos damos cuenta de lo que hacen, y vemos que muchos de ellos, por una parcelita de poder o por un sueldo durante unos años, venden su dignidad a precio de saldo sin el más mínimo sonrojo, justificando con sus acciones lo que sus palabras no son capaces de desmentir, y exhibiendo una conducta que personas con poca formación moral pueden copiar en un futuro, para mal de ese pueblo del que buscan el bien. Confunden las cosas y demuestran su falta de dignidad y de orgullo cuando sacrifican sus creencias ante las órdenes arbitrarias del momento dadas por el partido o por el líder, cuando agachan la cerviz ante los insultos e injurias con que otros los agravan sólo porque el que manda no les permite defenderse en el momento y forma adecuados, o cuando dejan una y otra vez que sea otro quien responda a lo que a ellos se les pregunta o que decida sobre lo que ellos dirigen. Duele ver como personas a las que uno conoce y respeta se muestran como chichiribailes danzando al son del jefecillo o del partido de turno. La indignidad hace que se pierda el respeto, y eso acaba llevando a situaciones en la que ninguna persona civilizada querría estar. Si los políticos nos exigen respeto, tal vez deberían empezar por respetarse un poco más a sí mismos y algo menos a sus inclinaciones económicas, a sus vanidades y a sus ambiciones.

viernes, 11 de julio de 2008

Estar o no estar… Esa no es la cuestión

Me dice un buen amigo que hay quien me ve con cuernos, tridente y rabo acabado en punta, removiendo malicioso una de las calderas de Pedro Botero, donde espero ver en breve cómo se cuecen algunos de los actuales dirigentes de APYMER por sus pecados. Me cuenta también que me achacan ser la Mano Negra insidiosa que todo lo mueve, la que mece la cuna de los devaneos de quienes quieren que la cosa cambie en esta asociación, el hombre en la sombra que mueve los hilos, que teje y desteje conspiraciones a su antojo, el pernicioso rostro oculto que pervierte a ingenuos comerciantes para que bailen al son de los velados intereses de la flauta de Pan. Manipulador insomne que maquina todo tipo de argucias para su propio provecho a expensas de los inocentes y cándidos empresarios a los que embauca para dar cumplimiento a sus más pérfidos designios y satisfacción a sus inconfesables ambiciones.

Pienso que mal puedo ser yo quien esté orquestando todo este movimiento desde las sombras cuando estoy aquí cada semana, a plena luz, diciendo lo que pienso y haciendo públicos mis deseos de cambio en la dirección de APYMER. Pero si realmente pretendiera defenderme de tales acusaciones y dijera que son falsas, quizá las reforzara aún más. ¿Acaso los conspiradores no niegan siempre los cargos de conspiración? Sin embargo, antes que preocuparme por ciertas necedades que califican por sí mismas a quienes las emiten, prefiero, con mucho, dar mi propio punto de vista sobre la situación, y dejarlos a ustedes, lectores, mayores de edad como son y personas con capacidad de juzgar por sí mismos, que se informen de todo a voluntad y se formen sus propias opiniones al respecto.

Lo cierto es que APYMER está mal dirigida en los últimos años, o al menos ese es el sentir de la gran mayoría de los empresarios y comerciantes, y al parecer el de la mayoría de los rondeños. Sea como fuere, lo que sí es seguro es que un grupo de empresarios no está de acuerdo con el modo de comportarse de la actual directiva, y están llevando a cabo las acciones que marca la ley y los propios estatutos de la asociación para remover de sus asientos a quienes creen tenerlos en propiedad por los muchos años pasados en la poltrona. Y da igual que un humilde servidor esté en ese grupo o no lo esté. Como miembro de APYMER que soy, tengo todo el derecho del mundo a promover todas aquellas acciones que crea convenientes para mejorar a la asociación y para defender los intereses de sus afiliados. Pero a pesar de tener derecho a hacerlo, no lo hago, si exceptuamos estos comentarios esporádicos. Y es que verán, a pesar de que a la actual Comisión Ejecutiva de APYMER, o al menos a algunos de sus integrantes, hay que agradecerles infinitamente su trabajo altruista, poniendo su dinero y su tiempo cuando tocaba, y llevando a la asociación hasta el lugar de privilegio que hoy ocupa, a pesar de esto, digo, igualmente soy capaz de ver que esas mismas personas, y otras más, han demostrado en los últimos años haber perdido la orientación, al centrarse más en promocionar a la propia asociación que en beneficiar a los asociados. En los últimos tiempos, además, han actuado a espaldas de la propia asociación y ni siquiera miembros de su misma Junta Directiva han tenido noticias de lo que se iba a realizar hasta no encontrarse con las faenas hechas, en un alarde de política de hechos consumados. Y aunque no es nada bueno que una entidad como APYMER, con unos presupuestos anuales que rondan los sesenta millones de las antiguas pesetas, no haga casi nada por los empresarios rondeños, podríamos acabar tolerando tanta inactividad. Pero lo que es intolerable es que en ocasiones, defendiendo no se sabe de quién o qué intereses, se hayan puesto claramente en contra de lo que sus miembros les han demandado, teniendo además el cinismo de no darse por enterados, nunca, de nada, del mismo modo que ahora han tenido la desfachatez de hacer un comunicado de prensa oficial diciendo que no saben quienes son los que se les oponen ni qué intereses puedan tener, cuando han estado reuniéndose con ellos, por separado y en conjunto, en diversas ocasiones, desde principios de año, o antes.

Pero al igual que veo eso, tampoco comulgo del todo con las ideas que llevan quienes se les oponen. Aunque no cabe duda que el proyecto que llevan puede hacer de APYMER una asociación mucho más limpia y transparente, más versátil y útil de lo que ahora es, su proyecto se limita exclusivamente a mejoras en la asociación, pero nunca hablan de mejoras para los asociados. Piensan que mejorando APYMER todos salimos ganando, y puede que así sea, pero ¿cómo? ¿Cambiar…, para qué? ¿Qué medidas proponen para que los comerciantes mejoremos nuestra situación? ¿En qué ámbitos piensan que hay que defender a las empresas rondeñas? ¿Qué van a potenciar? ¿Contra qué van a luchar? ¿Qué nos proponen además de mejorar la asociación? Cuando se les pregunta al respecto, lo único que dicen es “vayamos paso a paso; todo eso ya llegará”. Y dejan todas las preguntas sin respuestas. Hasta el punto de que, aunque casi todos los conocen, oficialmente ni siquiera se han dignado a darse a conocer en público, ni a decirles a la sociedad rondeña, en su conjunto, esto que yo les vengo contando desde hace unas semanas. Obviamente, prefiero no formar parte de un grupo de personas, por muy buena intención que tengan, que la tienen; por muy honrados que sean, que lo son; y por muy bien preparados que estén, que lo están, que una vez conseguido su objetivo de cambiar la estructura de APYMER, se vean en la tesitura de tener que preguntarse “bueno, ¿y ahora qué?”. Su proyecto, a pesar de ser bueno, es sólo medio proyecto, y a mi juicio, le falta la parte más importante. Pero si lo comparamos con lo que tienen o lo que se hace ahora en APYMER, hay que reconocer que, por lo menos, tienen medio proyecto más que la actual directiva, y los pies mejor asentados en la tierra que los otros sus posaderas en los sillones de dirección.

En fin, me dice mi amigo que ha conseguido unos cuernecillos de diablo para mí en cierta celebración reciente. Siempre es posible que me vengan bien para cuando tenga que escribir columnas como éstas.

viernes, 4 de julio de 2008

Odiosas comparaciones

Hay quien dice, y generalmente con razón, que las comparaciones son odiosas, puesto que muchas veces se realizan tan sólo con el ánimo de ofender a una de las partes, o de menospreciarla, equiparándola a otra que, en ocasiones, nada tiene que ver con la primera. Pero la comparación que traigo hoy a colación, a pesar de que nos resultará odiosa, sin duda alguna, compara dos situaciones muy parecidas. Y si no lo creen, lean esto, busquen más información por su cuenta, documéntense con independencia, y después decidan si llevo o no razón. Recuerden que son ustedes dueños de su propia opinión y que lo que sigue es tan sólo la mía.

Nos desayunábamos hace un par de días con una noticia en la prensa provincial que no nos afectaba a ninguno, al menos directamente, y que es posible que pasara desapercibida a la gran mayoría. La noticia venía a decir que el Ayuntamiento de la vecina localidad de Antequera, sensibilizado tanto por la situación de crisis generalizada que estamos viviendo y que afecta, entre otros, a sus comerciantes, así como por las obras municipales que se vienen realizando desde un tiempo a esta parte y que también afectan a muchos de los comercios tradicionales de la ciudad, ha decidido sacar unas ayudas, que si bien son exiguas, pretenden paliar en parte los daños y pérdidas que puedan estar teniendo los negocios afectados de la zona. La situación concreta a la que me refiero es la siguiente: como medidas para mejorar el centro urbano de Antequera y fortalecer su comercio, el Consistorio decidió arreglar y peatonalizar varias calles céntricas y de bastante relevancia comercial. Puso manos a la obra hace pocos años, y aún continúan las mismas. Pero consciente de que los comercios afectados podían resentirse en sus ingresos, acaba de decidir sacar un fondo de treinta mil euros para que los empresarios que así lo deseen puedan obtener de él cantidades que oscilarían entre los mil y los tres mil euros, a devolver en un año y sin intereses. Y si bien es cierto que la cantidad es excesivamente corta y que poca ayuda puede aportar frente a las pérdidas reales que casi cualquier negocio afronta, también es cierto que al menos es una ayuda a la que algunos sí podrán acogerse.

¿Les recuerda esto algo? Por si no es así permítanme que les refresque la memoria. En Ronda, desde hace algunos años, y con el fin de mejorar el centro urbano y fortalecer el comercio tradicional, el Ayuntamiento decidió realizar obras de mejora en algunas calles céntricas y de bastante relevancia comercial. Consciente de que los comerciantes afectados por las obras podrían resentirse en sus ingresos, decidieron tener una serie de reuniones con ellos para, supuestamente, de común acuerdo, decidir fechas y modo de hacer las obras. Como resultados de aquellas reuniones se decidió que los comercios debían quedar cerrados al público durante un plazo no menor de 21 días, y sufrir el resto de las obras hasta completar los tres meses en total, multiplicado por cada tramo de calle que se fuese a obrar, amén de los acopios de materiales a realizar en calles adyacentes. Y de los esfuerzos económicos que hubieran de realizar los comerciantes, así como de las pérdidas que éstos pudieran padecer, pues quedaban por cuenta de cada cual, que se las ventilaran como quisieran. Incluso cuando en algunos casos no se llegó a acuerdo con los comerciantes, el Ayuntamiento, en connivencia con la actual dirección de Apymer, se posicionó contra ellos y realizó las obras tal y como le dio la gana y a pesar de los pesares.

¿Ayudas? Ninguna. El por entonces delegado de obras, José Herrera, se comprometió a estudiar la viabilidad de hacer quedar exento de la parte proporcional de algunos impuestos a los inmuebles afectados, pero en compromiso de estudio se quedó, y de ello nunca más se supo. Mientras en Antequera se han peatonalizado y arreglado varias calles, en Ronda sólo se ha actuado en parte de una, que además ya era peatonal. Mientras en Antequera se ha regenerado el centro comercial de la ciudad, en Ronda el centro sigue siendo el que era. Mientras en Antequera no se ha cerrado ningún comercio para llevar a cabo las obras, y éstas se han desarrollado satisfactoriamente, en Ronda se forzó a los comerciantes a cerrar sus establecimientos bajo la absurda excusa de que era la única forma de poder obrar la calle. Mientras que en Antequera se mira, en mayor o menor medida, por el comerciante local, en Ronda se ha dejado a éste abandonado a su suerte, y lo único que tenemos son promesas de reuniones que nunca llegan a celebrarse y que poco o nada aportan.

Ciertamente, como ven, las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando a nosotros nos toca la peor parte, y cuando no podemos sino mirar con admiración y cierta envidia como los representantes de allí, al menos, muestran su interés por sus conciudadanos con acciones, y no sólo con palabras, como ocurre aquí. Y además suponemos, o más correctamente, yo supongo, que nuestros ediles serán demasiados orgullosos como para copiar iniciativas loables de este tipo, y se limitarán a aplicar las que han venido aplicando hasta ahora: ninguna.

Las últimas declaraciones de Isabel Mª Aguilera sobre las obras de arreglo del primer tramo de calle La Bola, en donde se comprometía a no realizar las obras sino cuando los comerciantes quieran, nos dan un atisbo de esperanza a que, si en verdad se pasa del dicho al hecho, las cosas puedan mejorar para el maltrecho comercio rondeño. Sobre todo si sigue aplicando este criterio de actuar con cierta lógica en el futuro, como por ejemplo, para las obras que quedan pendiente en los tres últimos tramos de esta misma calle; y si además es capaz de plantearse un plan serio y bien meditado para ampliar y fortalecer a los empresarios rondeños sin perjudicarlos más por el camino. La promesa de trabajar está hecha, tácita y explícitamente; la capacidad de hacerlo se la suponemos y se la reconocemos; la esperanza en que cumpla su palabra, aunque debilitada por los últimos acontecimientos, aún sigue latente para algunos. Veamos ahora cuanto tiempo se tarda en poner “manos a la obra” y cómo se hace.

viernes, 27 de junio de 2008

Loseta más o menos

El centro comercial abierto nació, nadie sabe muy bien cómo ni por parte de quién, con el doble objetivo de mejorar el comercio del centro para aumentar el atractivo de la ciudad, así como para defender a los comerciantes de cualquier gran superficie que pretendiese instalarse en Ronda. Fruto de la colaboración entre APYMER y el Ayuntamiento de Ronda, por supuesto con el interés inequívoco de ayudar a sus asociados, los unos, y de demostrar que se preocupan por el bienestar del sector, los otros, nacían una serie de directrices que se convirtieron en el alma máter del futuro desarrollo del comercio rondeño: abajo las marquesinas, fuera los carteles que sobresalen de las fachadas, que todos los toldos sean iguales, nuevas farolas con letreros a los lados,… y sobre todo una nueva obra de aquí te espero desde una punta a la otra de la calle La Bola.

¿Se acuerdan? Por aquella época, igual que ahora, el PSOE había pactado con el PA, o al revés, que tanto da. Isabel Mª Aguilera era la alcaldesa y Toti el delegado de comercio, y cuando el primer tramo estaba casi por acabarse, después de tres semanas en las que se obligó a los comerciantes a mantener sus negocios cerrados, aludiendo precisamente al bienestar de esos mismos negocios, una casa se cayó; después fueron las baldosas las que empezaron a romperse: primero unas, luego otras, y siguieron bastantes más. Por último llegaron las lluvias y anegaron lo que quedaba de calle, impidiendo que se pudiera transitar por ella sin pisar charcos. Incluso en algunas casas rezumaron los desagües y se crearon problemas de humedades que hubo que solucionar.

Hoy, cinco años después de aquello, la historia parece que se repite, y las similitudes son patentes: el PA ha pactado con el PSOE, o al revés. El alcalde es ahora Toti, y la delegada de comercio, Isabel Mª Aguilera. El suelo de la calle es el mismo que se puso entonces, y que año tras año ha permanecido roto e inundado cada vez que cuatro gotas decidían caer, o cada noche que el camión cisterna pasaba regando. Irónicamente, aquellos comerciantes a los que se pretendía beneficiar con aquellas obras han sido los más perjudicados a lo largo de estos cinco años, sufriendo cada día las inclemencias de una obra no muy bien planificada, mal dirigida y peor ejecutada, y cuya reparación se solicitaba constantemente ante la desaparición de los representantes de APYMER, y las miradas al tendido y las largas cambiadas que se daban desde el Ayuntamiento. Hoy también, cuando esos mismos comerciantes, como casi todos los demás sectores de nuestro país, ven afectados sus negocios por la situación económica que se vive, y esperan como agua de mayo que lleguen los meses buenos del verano para ver si se pueden resarcir de las pérdidas que llevan acumuladas durante el año, se desayunan con la noticia de que en verano, justo en verano, se van a realizar por fin tan ansiadas obras. Y si eso perjudica a sus negocios, ¡qué más da! –Suena desde el Consistorio- ¡Sí sólo son 18 ó 20 las empresas afectadas! ¡Qué se aguanten! ¡Qué Ronda tiene que estar bonita y arreglada para su feria! ¡Además –dirán si alguien les recrimina algo–, se ha contado con los comerciantes, que ya han dado su visto bueno!

¿Saben ustedes cómo han dado ese visto bueno? Pues permítanme que les explique como funcionan estas cosas: un buen día, la delegada de comercio decide quedar con los representantes de APYMER (y créanme que “representantes de APYMER” es el término justo, y no “representantes de los comerciantes”), y se llaman para quedar: -¿Qué tal si nos tomamos un café? ¿O tal vez podamos almorzar? Aunque quizá lo mejor sea que cenemos los cinco-. Se acepta la oferta, y ya los tenemos sentados hablando de banalidades: “Que vaya la que tenéis liada en APYMER ahora, con esos que os han salido rana”; “que vaya sorpresa nos hemos llevado con el pacto que habéis hecho”; “que no os preocupéis por el Eroski, que no es para tanto”… Hasta que en un momento dado, como uno más de todos esos comentarios de mesa, la delegada de comercio dice “Oye, que las obras del primer tramo las vamos a empezar a la de ya, ¿qué decís?”. Y los representantes de APYMER contestan “Pues muy bien. Adelante. Adelante. Sin problemas. ¿Y qué dices que hay de postre?”.

Y ya está la consulta hecha y el consentimiento recibido. Ya han dicho los comerciantes afectados que están de acuerdo con que las obras se realicen en verano. También es posible que se hable con esos 18 ó 20 que van a sufrir las obras, pero será para confirmarles la política de hechos consumados que en estos casos suele desarrollar el Ayuntamiento; o a lo mejor Toti repite lo que dijera con anterioridad a otros de otros tramos: “Si yo no quiero que se haga así porque sé que salís perdiendo, pero es que Herrera me tiene las manos atadas”, sólo que sustituyendo ahora el apellido Herrera por el de Aguilera. ¡Quién sabe! Lo más probable es que no se den por aludidos de nada de esto y hagan lo que les dé la gana, caiga quien caiga, siempre y cuando no caigan ellos. Y todo esto con el colofón de que las obras de reparación de lo que se hizo mal las volveremos a pagar los rondeños (sesenta mil euros dice que costarán la delegada de hacienda que, a la sazón, también es la delegada de comercio, y ahora no importa que este tramo sea distinto del resto de la calle ni que se rompa la uniformidad del centro comercial abierto) porque, para poner Ronda bonita, algunos están los primeros y firman los decretos que tengan que firmar, pero para perseguir a quienes trabajaron mal y exigir responsabilidades defendiendo el erario público, las agendas están inmensamente apretadas.

Henos aquí otra vez: nuevo pacto, pero otra vez el faranduleo por encima de los intereses de algunos de los ciudadanos, porque si bien es cierto que las obras de reparación de ese tramo son necesarias, no menos cierto es que se lastima más a quienes las sufren si se hacen ahora que si se hacen en otoño. Y para el caso, tal y como está la calle, loseta más o menos, Ronda va a estar exactamente igual de bonita que lo estuviera el año pasado, o el anterior, o el otro. ¿Acaso no da igual pasar una feria más como hemos pasado las últimas cinco, a cambio de no dañar las economías de quienes allí tienen su negocios? Parece que no; parece que, como dijera Maquiavelo, el fin de tener una Ronda bonita en la próxima feria justifica los medios para conseguirlo, aunque éstos impliquen lastimar a algunos rondeños, con el consentimiento expreso de los nuevos socios de gobierno. Y APYMER calladita, que así está más guapa. No sea que abran la boca y vuelvan a ponerse del lado del Ayuntamiento y contra sus asociados, como ya hicieran en el pasado, en este mismo tema y en este mismo tramo.

Perdone que le aluda tanto últimamente, pero me da la sensación que sólo personas como usted, mi anverso de página, son capaces de aplicar a estas cosas el intelecto suficiente como para apreciarlas en todos sus matices, sabiendo diferenciar las gestiones concretas de las afinidades personales, y a pesar de que discrepemos en otros asuntos. No olvide usted apuntar estas tramas en las hojas que correspondan para cuando emita su juicio, allá dentro de ochenta y pico días.

martes, 24 de junio de 2008

Excusas

Cuentan por ahí que es una lástima que el PSOE haya pactado con Toti, pero que si miramos fríamente y sin dejarnos arrastrar por rencores atrasados, nos daremos cuenta de que, ahora, justo ahora, es cuando Ronda podrá progresar de verdad.

Cuentan por ahí que, personas prudentes y sensatas, ven en la capacidad de gestión de algunos de los socialistas motivos para hacer borrón y cuenta nueva a la hora de juzgar este nuevo pacto de gobierno, y se conceden plazos de reposo y vigilancia hasta nueva orden.

Cuentan por ahí, también, que ahora que hay coincidencia de partidos en el ayuntamiento, en la Diputación provincial y en la Junta de Andalucía, los grandes proyectos para la ciudad: las carreteras, el Ave, el PGOU, la ciudad deportiva, el nuevo hospital, y otros, no encontrarán más obstáculos ni más oposición y por fin podrán convertirse en realidad.

Cuentan por ahí, por último, que ahora, y gracias al sacrificio personal de los concejales socialistas, que han sabido tragarse sapos y culebras que les roen las entrañas, y a pesar de la calamitosa situación económica en la que nos vemos envueltos y por la que tendremos que purgar, ya podemos dormir tranquilos los rondeños, porque a la larga, esto sólo redundará en el bien de los rondeños.

Y después de escuchar lo que cuentan por ahí, yo no sé si creérmelo o no. No sé si hacer caso a los detractores del pacto o a sus partidarios. Porque si les hago caso a la población y a la militancia socialista que se sienten traicionadas por su jerarquía no podemos sino darnos cuenta de que el bienestar de Ronda es la excusa con la que se justifican a sí mismos los que no viven sino para encaramarse a la cúspide del poder o para medrar en política. Pero si le hago caso a lo que cuentan por ahí lo único que puedo concluir es que la política se ha convertido en un verdadero tráfico de influencias, donde sólo se ayuda al desarrollo de las ciudades en función de que el partido que gobierne en ella pertenezca o no a la cuerda del que controla los fondos y las ayudas de las instituciones.

Si los concejales socialistas han accedido al pacto por el mero deseo de coger un sueldo y de detentar el poder, malo. Y si lo han hecho para que la Junta y la Diputación abran la mano de la caja de caudales, que tenía bien cerrada cuando eran otros los que gobernaban, malo también. ¿Cuál de las dos opciones será la verdadera? ¿Con cuál de ellas habremos de quedarnos? Por ahora no lo sé, pero como dice alguien a quien respeto, ya quedan menos de cien días para que nos pronunciemos por una de las dos respuestas.

viernes, 20 de junio de 2008

Movida en APYMER

No sólo de pan vive el hombre. Y del mismo modo, no es sólo la política la que marca la actualidad de Ronda. Si dejamos de obnubilarnos por el fogonazo del reciente pacto de gobierno, nos daremos cuenta que hay otros asuntos dignos de comentarse. Así que, al menos por esta semana, dejaremos a un lado todos los asuntos de política y nos centraremos en otra cuestión que también tiene su importancia para el desarrollo futuro de la ciudad. Y antes de empezar, y como voy a hablarles de APYMER, creo conveniente avisarles de algo con antelación. Como muchos de ustedes saben, y si no lo saben, ahora lo estoy diciendo, mi postura con respecto a dicha asociación es sumamente crítica, desde que he podido comprobar, al menos para mí, que priman en ella la satisfacción de otros intereses distintos a los manifestados explícitamente por los comerciantes, y desde que he podido ver como su dirección actúa de manera impropia de una asociación regida por principios pretendidamente democráticos. Pero esa es mi postura y mi apreciación personal, que no tiene porqué ser la correcta ni la de otros. Y como lo que voy a decir a continuación en buena parte está basado en mis apreciaciones personales, creo oportuno advertirles de ellas para que no se dejen ustedes influenciar por mis opiniones más de lo que requiere la mera información, y para que además contrasten mis palabras con la realidad y saquen por sí mismos sus propias conclusiones, de las que, obviamente, yo no me haré responsable.

Dicho esto haré constatar que desde hace un tiempo… más bien, desde hace bastante tiempo a esta parte, gran cantidad de comerciantes rondeños se encuentran insatisfechos con las actuaciones que lleva a cabo la asociación que dice representarlos. Hablando en plata: a muchos de los afiliados, de los no afiliados y de los que estaban afiliados pero se han dado de baja, les molesta sobremanera lo que se hace en APYMER, y sobre todo, lo que no se hace. Les disgusta el comportamiento de su Junta Directiva, y más concretamente el de su Comisión Ejecutiva; les disgusta la nula representatividad y defensa que se hace de sus intereses; les disgusta las distancias cada vez mayores que aparecen entre quienes se encuentran a sus anchas en su dorada torre de la calle María Cabrera y el resto de los mortales que día a día se afanan detrás de sus negocios, soportando miradas de suficiencia por encima del hombro; les disgusta, en fin, la inoperatividad, el escaso aprovechamiento de los recursos, la incapacidad manifiesta para presionar a las instituciones y lo poco práctico y útil de sus actuaciones, en comparación con las ínfulas que se dan a sí mismos y a la asociación algunos de sus dirigentes. Si preguntan por ahí, lo que más escucharán es eso tan famoso, y de lo que es plenamente consciente su directiva, de que “APYMER sólo sirve para que te pongan los préstamos más baratos”. Pueden preguntar por ahí. Si eso no les basta, constaten la cantidad de empresarios y comerciantes que se han dado de baja recientemente, y aquellos otros que, aunque técnicamente siguen perteneciendo a la asociación, han dado orden a sus bancos de no seguir atendiendo los recibos correspondientes a las cuotas.

Hasta tal punto llega la situación, que algunos afiliados junto con algunos no afiliados, e incluso algún que otro miembro de la Junta Directiva, previa dimisión de la misma, han decidido organizarse, recoger las firmas necesarias para convocar una Asamblea extraordinaria y los apoyos imprescindibles para aprobar el orden del día: el cese de la actual dirección y su sustitución por una nueva Junta Directiva que, de momento, seguro sería más joven, quizás mejor preparada y, seguro tambén, con ansias de ser más dinámica y efectiva, en beneficio del comercio y del empresariado rondeño. Otra cosa es si lo conseguirán o no, pero al menos ganas, nuevas ideas y más dinamismo que los que hay sí están mostrando. Su objetivo es doble: por un lado, crear una auditoría externa a la propia asociación que analice, justifique y fiscalice tanto el estado actual de las cuentas como el funcionamiento y rendimiento de la misma de cara a sus asociados en particular, y a la sociedad rondeña en general. Por otro lado, la reorganización de la anquilosada estructura de APYMER, para adecuarla a los nuevos tiempos y a las nuevas formas empresariales; la apertura real, y no sólo de boquilla, de la asociación a sus asociados, para conocer de primera mano los problemas que sufren y buscar juntos soluciones a los mismos; para la creación de un reglamento de régimen interno, inexistente en la actualidad, que, entre otras cosas, impida que el dinero que administra la Junta Directiva vaya a parar, a través de contratos de compras y servicios, a manos de los miembros de esa misma Junta Directiva, o que impida a cada uno de los miembros estar más de ocho años en los órganos directivos de la misma, con el fin de crear un flujo constante de nueva sangre, nuevas ideas, nuevos progresos. También hablan de la creación de grupos de trabajo, en los que tendrían cabida tanto afiliados como no afiliados, para desarrollar de una vez por todas áreas como el centro comercial abierto, para poner en valor la Unión de Pymes de Ronda (UPR), para solucionar de una vez el problema del suelo industrial en la ciudad, para arreglar los problemas de seguridad y movilidad en el polígono industrial, para fortalecer al sector agro-ganadero de la ciudad, para colaborar de manera determinante en la inminente creación del primer Patronato Municipal de Comercio de España, así como para muchas otras cosas más.

Como pueden comprobar el campo donde trabajar es amplio y ninguno de los problemas que hay que solucionar es nuevo, sino que, como poco, ya los teníamos encima los empresarios desde hace cinco o seis años, cuando no desde más tiempo, y, o no se ha hecho nada, como en la convocatoria de los premios a los jóvenes empresarios, dotados hasta con 9.000€, promovidos y recogidos en, al menos, los dos últimos convenios con Unicaja; o lo que se ha hecho ha sido estéril, como, de carácter anecdótico, el pago de 3.000€ para que una avioneta pasee más el nombre de APYMER que el de Ronda, por las playas de parte de la Costa del Sol durante ocho días el pasado verano, con intención de fomentar el turismo; o, cuando se ha actuado, se ha hecho manifiestamente en contra de los deseos expresados por los comerciantes en distintas reuniones, como cuando la Junta Directiva se situó al lado del ayuntamiento y en contra de sus asociados en las malhadadas obras del también mal llamado centro comercial abierto.

Si tienen la posibilidad de votar, y ustedes también quieren un cambio, ahora tienen la ocasión de hacerlo. Si por el contrario tampoco confían ustedes en quienes quieren entrar con una nueva orientación y más frescura, hay otra solución: pónganse unos cuantos de acuerdo y creen una nueva organización más hábil y dispuesta que la que tenemos, paralela a ella. Si nada de esto les convence, al menos tomen conciencia de que los problemas que tenemos encima, más la crisis que ya estamos sufriendo, no es algo que podamos resolver en solitario, sino que, ahora más que nunca, la unión hace la fuerza.

viernes, 13 de junio de 2008

A esperar

¡Qué sí! ¡Qué sí! ¡Qué para usted la perra gorda! ¿Qué quiere usted que esperemos a ver qué hacen estos del nuevo pacto y del “todo por el bien de Ronda”? ¡Pues nada! ¡A esperar! Si usted quiere la razón, suya es. Si después de tres años o más de ácidos pero juiciosos análisis lo único que le queda por decir es que ahora, justo ahora, es cuando hay que dar un margen de confianza, sinceramente, me defrauda usted. Parece que su excelente capacidad analítica tiene como límites la situación, precaria o boyante, de su querido partido socialista. Cada uno escoge las guerras que quiere luchar, y usted, como yo y como todos, ha hecho su elección, que queda patente y manifiesta con sus palabras del otro día: “hay que dar un margen de confianza al nuevo equipo de gobierno de la ciudad”. Le ruego me disculpe si la cita no es textual, pero escribo de memoria y me consta que me ciño al mensaje final que expresaba tanto el título como el contenido de su artículo. Tampoco se preocupe usted por lo que yo u otros podamos sentir, porque, al fin y al cabo, eso es irrelevante.

Pero permita que le manifieste mi desconcierto cuando veo que usted se pone a sí mismo en entredicho al conceder no sé que clase de beneficio de la duda sobre las responsabilidades pasadas de nuestro alcalde, después de haber dicho todo lo que ha dicho de él durante tanto tiempo, y después de habernos dejado claro a todos que, al menos en su opinión, Antonio Marín se comportaba como un alcalde funesto. Es que uno no sabe ya a qué atenerse cuando las convicciones más firmes que campean a su alrededor se tambalean en el momento en que los acontecimientos favorecen los intereses de la facción por la que se toma partido. Y esa facción, permita también que se lo recuerde, y aunque le pese, y diga lo que diga, no es el pueblo, y mucho menos su bien.

Ya lo he dicho en público, pero lo voy a repetir aquí. ¿Qué demos un margen de confianza qué quiere decir? ¿Quiere decir que nos esperemos a ver cómo funciona el ayuntamiento ahora que, otra vez, gobiernan en él andalucistas y socialistas? Y entonces, ¿qué pasa con lo que ya sabemos? ¿Eso no hay que tenerlo en cuenta? ¿La mala gestión que se ha hecho en la ciudad mientras ha estado el partido andalucista en el gobierno, según usted mismo ha dicho, la olvidamos? ¿Nos hacemos los ciegos y los tontos al respecto? ¿O es que el PSOE, ahora sí, va a ser capaz de poner coto a los desmanes económicos y de otros tipos del consistorio cuando antes no lo fue? ¿Eso es lo que pretende decirnos? Y más aún, ¿podemos hacer algo los rondeños que no sea dar “márgenes de confianza”, o lo que viene a ser lo mismo, esperarnos a ver qué hacen? La respuesta a esta última pregunta, obviamente, es “sí”: los rondeños podemos callarnos y no protestar mientras esperamos; tragarnos nuestras opiniones sobre tan bochornoso pacto y callarnos; omitir la consideración que nos merece quien habla en un sentido pero obra en otro y callarnos. ¿Es esto lo que usted propone? ¿Qué nos callemos? ¿Qué no nos pronunciemos al respecto? Porque si no es nada de esto, al menos yo me reconozco incapacitado para descubrir el sentido de sus palabras, y me gustaría conocerlo. Pero si es esto, todo se explica por sí mismo.

Cada uno de nosotros somos, como en el dicho, esclavos de nuestras palabras, y por supuesto, también de nuestras acciones. En esa posición está usted, estoy yo, está el PSOE, el PA, y todo el que se atreva a hablar en público. Cada uno de nosotros ha seguido una trayectoria que es públicamente conocida y que puede ser del agrado o no de quienes nos contemplan. Usted es consciente de esto, ya que esa y no otra es la razón de su pseudónimo, como en otra ocasión lo fuera del mío. Y sabe igualmente que la coherencia de las personas, así como sus conciencias, se juzgan por la concordancia que haya entre sus palabras y sus hechos, por lo que mantienen ahora y lo que mantuvieron antes. Y aunque cambiar de opinión y corregir errores es digno de personas sabias, dichos cambios de opinión suelen venir fundamentados en buenas razones que así lo aconsejan. Pero no parece ser su caso. No hay razones de peso, al menos que yo alcance a vislumbrar, que justifiquen, no ya su cambio de opinión sobre algunos de los que ocupan el ayuntamiento, sino su cambio de actitud en los escritos a los que nos tiene acostumbrados. Y más parece que en realidad no ha cambiado nunca de opinión, sino que siempre ha mantenido la misma, a saber, que la ciudad sólo podría avanzar con un gobierno en el que los socialistas participasen. Y ahora que ocurre esto, mantiene su aguijón guardado, nos pide calma antes de juzgar, y se olvida, no sé con qué grado de voluntariedad, de la forma y los motivos por los que el PSOE accede al poder en este momento. Tema éste sobre el que se limita a pasar de puntillas, sin mojarse, a pesar de que algo se atrevió a aventurar en pasados artículos no tan lejanos.

¿Con qué nos quedamos? ¿Con el crítico ágil, audaz, que dispone de información y sabe relacionarla de maravilla, poniendo el dedo en la llaga y denunciando hábilmente las tropelías que sufría la ciudad a manos de su ayuntamiento? ¿O con el columnista retraído, opaco, reservón, que sólo habla con claridad cuando de pedir tiempo se trata, y además lo hace en voz baja, sin esgrimir argumentos contundentes, o sin querer esgrimirlos? Los dos no son compatibles. ¿Con cuál nos quedamos? Preferiría al primero, puesto que si he de decantarme por el segundo, me estaré limitando a leer a un vocero igual a esos otros que usted mismo denuncia, del PSOE esta vez, en lugar del PA; infinitamente más culto, educado, capaz e inteligente que los otros, pero mero vocero de los socialistas, o de una parte de ellos, a fin de cuentas.

Le ruego que me disculpe si le ofendo, pues no es esa mi intención, pero no dejo de estar sorprendido por lo que dicen, y sobre todo por lo que no dicen, sus últimas palabras. Júzgueme usted a mí como yo acabo de juzgarlo, si así le place. También otros nos juzgarán a ambos hoy y mañana, como ya lo hicieran ayer. Y no me tome a mal estas palabras que sólo pretenden demostrar mi perplejidad ante su silencio sobre un acto, el pacto del PA con el PSOE, que si bien pudiera tener sus (discutibles) ventajas, se muestra como una tomadura de pelo hacia los rondeños, y se constituye como uno de los actos más vergonzosos de los muchos que hemos tenido la mala suerte de presenciar, usted y yo, en los últimos años. Al final, lleva usted razón casi sin querer, ya que los rondeños estamos condenados a esperar. No damos márgenes de confianza. Nos los toman por la fuerza.

jueves, 12 de junio de 2008

Margen de confianza

Me sorprenden mucho algunos comentarios y artículos recientes sobre el pacto político que acaba de firmarse en nuestro ayuntamiento, puesto que resulta curioso que quien antes no tuvo inconveniente en levantar la pluma para cantarle las cuarenta en bastos a los anteriores equipos de gobierno mientras el PSOE estaba en la oposición, ahora que éstos se han intercambiado con el PP y que entran de nuevo en los círculos de poder municipal, no tiene reparos en llamarnos a todos a la calma y en proclamar desde su alta tribuna, desde la que sabe que es leído, que tenemos que dar un margen de confianza al nuevo equipo, porque, presumiblemente, es lo mejor para Ronda.

Después de todo lo que ha dicho a lo largo de los años sobre el alcalde, en lo político, como él mismo dice, ni yo ni casi nadie entiende como lo mejor para Ronda puede ser un gobierno en el que esté de alcalde alguien al que le reconoce tan poca capacidad, habiendo sido posible al menos una opción en la que esto no hubiese sido así. Pero al margen de estas cuestiones, resulta evidente que se equivoca en lo de dar margen de confianza, porque es indudable que nosotros, los ciudadanos, ni damos ni quitamos márgenes de confianza alguno, más allá del día de las elecciones. Nosotros, los ciudadanos, y como acaba de quedar demostrado con este último pacto, así como también se demostró con los cuatro anteriores, nos tenemos que aguantar con los tejemanejes y trapicheos que quieran hacer nuestros representantes. Y punto. Y si no nos gustan, eso que salimos perdiendo.

De hecho, ¿qué quiere decir que demos un margen de confianza? ¿Qué esperemos a ver qué hacen? ¿Pero acaso podemos hacer otra cosa que no sea esperar? Por esperar, ya llevamos esperando los rondeños desde hace al menos dos legislaturas a ver si alguno de nuestros representantes, sólo o con la compañía de quien le de la gana, es capaz de hacer algo por la ciudad, además de gastar dinero.

Insisto: por fuerza, a los rondeños no nos queda más remedio que esperar y aguantarnos, por lo que cualquier llamamiento a dar abstractos márgenes de confianza, o bien es improcedente, o bien va encaminado subrepticiamente a que los críticos con el nuevo pacto de gobierno nos quedemos callados y no protestemos en demasía.

No sé ustedes, pero por lo que a mí respecta, después de haberle oído a todos los grupos políticos las mismas promesas, después de haber comprobado que ninguno de los pactos que se ha realizado ha servido para nada, y después de ver que el gasto que se hace no se corresponde con el avance real de la ciudad, no me veo en condiciones de dar mi confianza a nadie, con margen o sin margen. Porque, entre otras cosas, ya se toman nuestros representantes confianzas suficientes, sin márgenes esta vez, para hacer lo que les viene en gana cuando así les interesa. Bien va que nos pisoteen cada vez que les encarta, porque no podemos evitarlo, pero que hagan el favor de no tomarnos por tontos.

viernes, 6 de junio de 2008

El desencanto

No dudo en absoluto que haya bastantes personas que estén muy contentas con el reciente pacto entre PA y PSOE para gobernar la ciudad. Incluso reconozco que las voluntades institucionales se muestren ahora más benévolas para con la ciudad, de la manera torticera, pero legal, muy legal, a la que nos tienen acostumbrados: si allí no gobiernan los de mi partido, concedo lo que me obliga la ley y en los plazos en que me obliga; si los de allí son de los míos, lo que me obliga la ley y lo que vaya de propina, y tan rápido como me lo permita la burocracia, siempre y cuando no interfiera con otros intereses creados “más importantes”, claro.

Pero a pesar de esto, lo que se percibe en la mayoría de los rondeños, sean simpatizantes de quienes sean, sean votantes de quienes sean, e incluso si normalmente suelen estar desconectados de los temas de política local, es un desencanto general con el valor de quienes dicen ser nuestros representantes, aunque en realidad sólo se representen a sí mismos y a sus propios partidos. Desencanto que en unos se traduce en frustración ante la falta de dignidad de quienes se desdicen en función de los intereses de cada día; en otros se muestra como indignación y enfado ante quien no demuestra la entereza suficiente como para mantener las palabras que salieron voluntariamente de su propia boca ni tiene honradez para respetar los compromisos adquiridos, como poco, con todos aquellos que le votaron en cada plebiscito; y en unos pocos más, ese desencanto se manifiesta como gesto de suficiencia de quien se jacta de saber de antemano (“si ya te lo decía yo”) la calaña de la gente que, visto lo visto, se levanta de colorado para acostarse de amarillo.

Los rondeños, en su mayoría, y por lo que se dice en los mentideros, se encuentran desencantados con un mundo que, a pesar de los pesares, nos afecta a todos y sobre el que ningún poder tenemos, sobre el que nada se puede hacer para que la honradez sustituya a la hipocresía, las palabras veraces al cinismo, y la voluntad de ayudar al pueblo a la de ayudarse a sí mismos con un sueldecillo y unas atribuciones que siempre vienen bien. Nos acaba por aburrir la política. Aunque quienes se dedican a ella sean personas como nosotros, que viven a nuestro lado y que son encantadores cuando somos capaces de hablar con ellos de tú a tú, se convierten en extraños, en seres superiores, venidos de otro mundo, cuando se trata de actuar sobre los recursos del municipio; se convierten en entidades inalcanzables preocupados por problemas complicadísimos que ni siquiera sabíamos que teníamos.

Los rondeños estamos desencantados por que nos han desencantado. Hemos aprendido que, salga quien salga, simplemente son los mismos perros con distinto collar, cada uno más atento a la voz de sus amos que a su labor de vigilancia de la finca. Incluso de vez en cuando tienen la petulancia de cambiarse el collar a su avío, de manera que el que hoy lo luce blanco y verde quizá lo lleve mañana rojo, bien aromatizado de esencia de rosas. O el que hoy se adorna con gaviotas azules seguramente necesitará mañana sacar de su letargo al durmiente “Rondeños por Ronda” para poder seguir estando dentro de los círculos de poder y de influencia, y lograrse, otra vez, de lo que caiga, si es que cae, en su papel de partido bisagra. Incluso quien pretendía hacernos creer que estaba dando gritos ante la injusticia desde la oposición, y que en realidad sólo se limitaba a susurrar y a hablar sottovoce, en el ejercicio más ramplón de oposición que hemos tenido en la ciudad, esta vez sí, en los últimos 20 años, y que aseguraba que dejaría su roja sangre caer ondeando la bandera del “bien de los rondeños”, ahora se arrepiente y prefiere dejar que siga fluyendo esa sangre por el interior de la venas, asustado por las terribles consecuencias que la anemia de poder desata en todo aquel que la sufre. “Y con la bandera que ondeábamos nos tapamos las vergüenzas, si es que tenemos de eso”, dicen.

Si conseguimos que nuestra memoria durase algo más que el exiguo plazo que marca la actualidad, lo que se me antoja difícil pero no imposible, habida cuenta de que algunos todavía se acuerdan de las pasadas mociones de censuras o de los pasados años de inactividad gubernamental, y si además algunas personas preparadas, jóvenes, honradas, sin intereses creados ni obediencias a partidos déspotas, arrostrando los sinsabores que sin duda paladearían y abrigándose contra la tormenta de críticas que recibirían también, fuesen capaces de echarse adelante y crear una formación capaz de devolvernos a todos la ilusión que nos han robado vilmente quienes ahora ostentan el poder (o detentan, que para el caso tanto da), entonces quedaría una oportunidad para la esperanza.

La existencia de un partido de rondeños para trabajar por los rondeños, y que nada tenga que ver con el título de ese “Rondeños por Ronda” que se pretende sólo un sucedáneo del PP tradicional, la existencia de tal partido, digo, si llegara a existir, podría suponer un bálsamo para todos aquellos de nosotros a quienes, hoy más que ayer, nos escuece en el alma la irreverencia y falta de respeto de nuestros actuales gobernantes para con el pueblo que les vota.

Antes de que la política los corrompa, ¿habrá alguien capaz de esto? ¿Habrá quien sea capaz de liarse la manta a la cabeza y decir “vamos allá”? ¿Habrá esperanza? ¿O seguiremos sometidos a los caprichos, a las voluntades volubles, a las veleidades de ambiciosas y ambiciosos alucinados? ¿Habrá candidatos nacidos y elegidos libremente por el pueblo o seguiremos con el desfile de imposiciones puestas desde despachos de sedes políticas? ¿Habrá esperanza para Ronda o deberemos desentendernos definitivamente de la política e inclinar la cerviz en señal de vasallaje ante los nuevos amos de la ciudad en estos tiempos? ¿Habrá esperanza?

sábado, 31 de mayo de 2008

El reino de la mentira

Una vez, una amiga me recomendó con muy buen criterio, que para ciertas cuestiones, sobre todo políticas, debía tener “más cintura”, dándome a entender que para conseguir algunos éxitos en el mundo de las relaciones con aquellos que ostentan cargos públicos había que tener una postura flexible y transigir con ciertas cosas que, si bien no nos agradaban, en cambio podrían producir beneficios mayores. En su momento ponderé su consejo, y tras meditarlo me dije que si bien es aceptable tener cierta flexibilidad, hay límites que no deben de sobrepasarse, aunque la elasticidad de nuestro cuerpo nos lo permita.

Algo así parece haberle pasado al PSOE de Ronda. Han demostrado, ciertamente, tener “cintura”, mucha cintura. Tanta, que de moverla tan bien podrían haber conseguido el nuevo record Guiness de baile del hula-hop; y sin embargo lo único que han conseguido es que se les vengan los pantalones a los tobillos. O así se han retratado después de cierto viaje a Sevilla.

Parece ser, aunque esto es sólo un rumor, que Sevilla conoce mejor los intereses de los rondeños que los propios rondeños, militantes del PSOE, que viven en la ciudad y se empapan de la realidad cotidiana. Tanto es así, que, por el bien de los rondeños, se ha impuesto que el PSOE de Ronda pacte con el PA. Por supuesto esto no lo reconoce nadie, pero bien merece la pena recordar ahora aquel momento en que desde Sevilla, otra vez, se ignoró la lista que los militantes rondeños escogieron para la ciudad, imponiendo las condiciones que ellos estimaron oportunas para la elaboración de una nueva lista que gobernase a los rondeños; por supuesto, por el bien de los rondeños. Lo que nos viene a demostrar que quienes dirigen la agrupación socialista local pintan bien poco en lo que a los rondeños compete y carecen de la suficiente fuerza como para imponer sus criterios a quienes ven el porvenir de Ronda distorsionado por los kilómetros y por los intereses partidistas ajenos a la ciudad.

Todo esto puede pasar, no obstante, pero las personas que se ven forzadas a obrar contra su voluntad bien podrían plantarse y decir: “eso lo hacéis, pero no contéis conmigo”. Sin embargo no lo hacen. No hay dimisiones en el PSOE, sino que todo el mundo sigue en su puesto, sonriente y feliz, ocupando sus nuevas delegaciones y cobrando sus buenos sueldos, con o sin dedicaciones exclusivas. Un derroche de dignidad, de honradez y de rectitud de ideas y principios. Pero claro, en estos días, la dignidad ocupa sólo el espacio libre que no ocupa la billetera. Y ya se sabe, cuando más grande sea la cartera, menos espacio queda para la dignidad, convirtiendo a tales personas en seguidores del dicho de Quevedo “ande yo caliente, ríase la gente”.

De este modo le dan la espalda a la ciudad por cuyo bien dicen luchar, le vuelven la espalda a quienes les votaron demostrándole que usan ese voto como mejor les viene en gana, les dan la espalda a sus afiliados, a los que torean como quieren, y se dan la espalda a sí mismos demostrándose que lo que les interesa en realidad está muy lejos de coincidir con los intereses de la ciudad. Y todo ello en un alarde de cinismo que les hace escudarse en la tan traída frase: “lo hacemos por el bien de los rondeños”.

Digámoslo claro: es mentira. No es por el bien de los rondeños. Nos mienten cada vez que lo dicen. Y es fácil de demostrar: si durante tres o cuatro años el PSOE ha estado diciendo del actual alcalde y del PA que no valían para gobernar, que eran unos manirrotos, si han insinuado que prevaricaban con el famoso PGOU, si han tildado lo que han hecho los andalucistas de (des)gobierno, si han llamado Pinocho al alcalde, si una semana antes de todo este desconcierto, Paco Cañestro se enfrentaba con el alcalde dentro y fuera del último pleno, descalificando su gestión, y hoy firma un acuerdo con quien no ha dado muestras de haber cambiado, sino que con la destitución de los delegados del PP ha seguido demostrando el mismo talante y el mismo carácter, entonces, o nos mentían cuando decían todas estas cosas o nos mienten ahora cuando, habiendo pactado con el PA, demuestran estar dispuestos a formar parte de quien se conduce de forma tan desastrosa. Obviamente ninguna de las dos opciones supone “el bien de los rondeños” que les llena la boca. Por lo tanto, o el PSOE nos miente ahora o nos ha mentido durante tres años.

Y tanto de lo mismo puede decirse del PA, que durante el mismo tiempo nos ha estado diciendo que el PSOE no servía para nada, que todo lo que decía era falso, que no tenían ni idea de hacer política ni de gobernar una ciudad, que no habían hecho nada en 20 años de gobierno, que impedían dar el impulso definitivo a la ciudad, que no valían para gobernar. Y ahora, resulta que pactan con los mismos a los que antes defenestraron, justo con las mismas personas a las que han descalificado por activa y por pasiva durante cuatro años, alegando, otra vez, que lo hacen “por el bien de los rondeños”. Obviamente, y por las mismas razones, o mentían antes o mienten ahora cuando dicen que el impulso que la ciudad necesita sólo puede venir yendo de la mano de PSOE.

En España, dicen, la prostitución tiene un status alegal. Pero se refieren sólo a la prostitución carnal, porque la prostitución ideológica está reglada y muy, pero que muy legalizada. Unos prostituyen sus ideas por un silloncito y un sueldo, otros las prostituyen por muchos millones y ansias de personales de poder. Pero todos se tumban a retozar y solazarse en el mullido colchón que les brindan las escocidas posaderas de los ciudadanos rondeños, porque, al fin y al cabo, sólo lo hacen “por el bien de los rondeños”.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Por el bien de los rondeños

Ustedes no pueden verme, así que la expresión de mi cara no les dirá nada, y por mi tono de voz a lo mejor tampoco se dan cuenta, pero hoy estoy más contento que unas Pascuas. Y lo estoy, precisamente, por todo lo que ha pasado en nuestro ayuntamiento estos días atrás, porque ya tengo claro que ha sido por el bien de los rondeños.

Claro que sí. La destitución de los delegados del PP se hizo por el bien de los rondeños, aunque no lo parezca por la inestabilidad creada, puesto que dicen que es mejor esta inestabilidad que la labor de zapa que venían haciendo desde dentro.

La oferta que le hace el PP a su ex-socio de gobierno, de reincorporarse otra vez al pacto, aun a riesgo de tener que eliminar a algún concejal de la lista, se hace exclusivamente pensando en el bien de los rondeños, porque sólo si el PP vuelve a acceder al poder, la ciudad seguirá progresando como en estos últimos años.

Y si el PSOE ha tenido que ir a Sevilla a consultar allí… no se sabe qué… sobre la nueva situación del ayuntamiento, ha sido exclusivamente por el bien de los rondeños.

Pero es que hay más, es que la situación de impás que vivimos ahora en Ronda, donde el Partido Andalucista no se pronuncia sobre lo que quiere hacer, es por el bien de los rondeños, ya que no hay que precitarse en estas cosas. Si mientras tanto nadie dice nada al respecto, y a todos nos parece que estamos a obscuras, es sólo por el bien de los rondeños, no se vayan a distraer de sus obligaciones diarias por un “quítame allá esas pajas”.

Que después resulta que la situación se resuelve con el gobierno en minoría del Partido Andalucista, pues por el bien de los rondeños será. Y si es el partido socialista el que crea un nuevo pacto con los andalucistas, sólo hay que pensar que se hace por el bien de los rondeños. O si por el contrario presentan una moción de censura junto al PP, lo habrán hecho, también, por el bien de los rondeños.

Porque han de saber ustedes que en el PSOE nadie mira si les interesa más ganar el ayuntamiento de Ronda aliándose con el PP y perdiendo los apoyos del partido andalucista en otras localidades, o si lo mejor es ceder la alcaldía al PA acatando la disciplina de partido que impone Sevilla. Ni en el PP mira nadie si hay que reconquistar el poder perdido para cumplir los graves compromisos adquiridos. Ni nadie piensa en el Partido Andalucista que un eventual gobierno en minoría puede ser peor para la ciudad que un mal pacto.

Y si alguien piensa todo esto, o son unos malpensados o es que lo hacen, exclusivamente, por el bien de los rondeños.

Así que ya ven, estoy así de contento porque, pase lo que pase, va a ser por el bien de los rondeños.